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La armadura del cristiano


La armadura del cristiano, Efesios 6:10-11

Un soldado bien equipado, la armadura de Dios

Tomando toda la armadura de Dios


En esta breve enseñanza abordaremos la respuesta a algunas preguntas como: ¿En qué consiste “la armadura de Dios para el cristiano”? ¿Cómo podemos emplearla eficazmente? ¿Qué resultados podemos obtener de ello?, para estas respuestas usaremos lo que nos dice Efesios 6:10-11 "Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo"

La armadura de Dios es una protección contra los ataques del enemigo


No podemos ignorar que nosotros como cristianos tenemos un enemigo en común llamado Satanás, este anda como un león rugiente a nuestro alrededor buscando a quien devorar.

El enemigo de nuestras almas, el diablo, es un depredador que buscara a la victima mas débil,  vulnerable o enferma, alguien que pueda ser un blanco fácil, por esta razón debemos estar preparados y bien protegidos contra los ataques de nuestro enemigo.

En vista de que tenemos un enemigo astuto y poderoso, Dios nos ha provisto a los creyentes de una armadura Poderosa, Dios no nos ha dejado desprotegidos a la hora de combatir contra Satanás y sus amenazas, sino todo lo contrario: hemos sido equipados por el Señor Jesús con todo lo que necesitamos para vencerle. 

Estos recursos poderosos están disponibles para todo aquel que haya vuelto a nacer del agua y el Espíritu. Pero es clave que nosotros tomemos estos recursos y aprendamos a emplearlos con habilidad, si es que vamos a tener éxito en derrotar a nuestro enemigo.

Podemos tener estos recursos a nuestro alcance y a nuestra disposición, pero lamentablemente muchos cristianos ignoran lo necesarios que son esos recursos y no se apropian de ellos, tristemente nos ocurre lo que le ocurre a los trabajadores de construcción, a ellos se les da el equipo especial para el área en la que están trabajando, se les equipa pensando en los posibles peligros, pero por descuido, pereza, comodidad o rebeldía no usan esa protección y luego ocurren los accidentes, lo primero que se menciona en esos accidentes es "No usó su equipo de protección". ¿Esta usando usted su armadura?; Dios nos ha provisto de protección, ¿Porque no la esta usando?; ¿Descuido, pereza, comodidad o rebeldía?. También puedes visitar nuestra pagina Temas para enseñar  niños cristianos.

Una armadura espiritual


Frecuentemente la Biblia nos compara con soldados de un ejército, y eso es lo que realmente somos, somos soldados del Señor y, lejos de estar indefensos o imposibilitados ante el diablo, hemos recibido de Dios todos los recursos defensivos y ofensivos como para poder derrotar al enemigo. 

Tenemos armas provistas para nuestra defensa y nuestro ataque, Pablo en 2ª Corintios 10:4 nos dice "porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas," 

Analicemos ahora la armadura militar que llevaban los soldados romanos del tiempo de Pablo, para comprender bien el cuadro de la armadura espiritual del soldado cristiano.

La armadura espiritual de la que Pablo no habla es la que nos fue dada cuando recibimos el Espíritu Santo, y tenemos que emplearla si queremos ganar la batalla contra el enemigo. 

Efesios 6.11 nos ordena: “Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo" Esas asechanzas que el apóstol menciona son los métodos, estrategias y artimañas que usará Satanás para apartarnos de Dios.

Se supone que el cristiano nunca debe huir de la lucha contra el mundo, la carne y el diablo, sino enfrentarla y fortalecerse “en el Señor y el poder de su fuerza.”

Si el creyente se coloca “toda la armadura de Dios”, ciertamente podrá “resistir en el día malo...” como lo asegura el apóstol en el versículo 13.

Cabe mencionar que la armadura del cristiano consta de seis piezas: cinco son para nuestra protección contra todo lo que el diablo intente, y una para atacar y derrotar al enemigo: “ Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios;” Efesios 6.13–17.

El cinturón: 


“Ceñidos vuestros lomos con la verdad”. El cinturón tenía un rol primordial porque por un lado mantenía unidas todas las partes de la armadura, y por otro sostenía la vaina, la cual a contenía la espada.

De modo que “ceñir nuestros lomos (cintura) con la verdad” implica que la verdad debe estar ligada a lo más íntimo en nuestro vivir y ser parte de nuestro vestido, para vencer con ella al mentiroso que es el diablo.

La verdad es característica de Cristo y por tanto debe serlo de sus seguidores. Dios no es un Dios de apariencias. Él conoce y además le importa lo que sucede en lo íntimo, esto es dentro de nosotros por eso vistámonos de la verdad, dejemos la mentira o cualquier forma de engaño porque Dios ama la verdad en lo íntimo y en lo secreto.

Jesús dijo en Juan 17:17: “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad”. Por eso al tener conocimiento de la verdad podemos distinguir entre lo bueno y lo malo y vivir una vida completamente libre, en otras palabras, la Verdad está revelada en la Palabra de Dios, nosotros tenemos acceso a la Verdad y la podemos usar en las batallas espirituales para derrotar al enemigo.

El soldado cristiano debe amar la verdad, debe amar la doctrina pura de Dios. Esto le dará la firmeza necesaria, simbolizada aquí por “los lomos”; es decir, la cintura, recuerda; el cinturón mantiene unida la armadura, mantenía la espada en su lugar, así de importante es la verdadera doctrina, esa doctrina no adulterada que nos lleva a la santidad y a la consagración con Dios. También te puede interesar nuestro articulo No confíes en tu propia prudencia

La coraza: 


“Vestido con la coraza de justicia”. Esta coraza protege el pecho. 

La coraza iba enganchada al cinturón y protegía órganos vitales. A la hora del combate, una herida en el pecho puede ser mortal y por eso el soldado debe cubrirlo bien. Así mismo debemos vestirnos con la justicia de Dios que tenemos a través de Jesús. Somos justificados por nuestra fe en Cristo (Romanos 5:1-3). 

La batalla contra las tentaciones y el pecado no la ganamos por nuestra propia justicia. La ganamos recordando quiénes somos en Jesús y manteniéndonos firmes en esa realidad.

La coraza protege el órgano más vital del soldado; "El corazón". La rectitud y la justicia deben estar siempre en tu corazón para que puedas derrotar al diablo, la palabra de Dios nos dice que de toda cosa guardada guardes tu corazón porque de el mana la vida.

Dios manda que guardemos nuestro corazón, que nos pongamos esa coraza de Justicia para que el enemigo no toque nuestro corazón, recuerda, si toca tu corazón contamina tus pensamientos, si tus pensamientos son contaminados entonces tus acciones te conducirán al pecado.

La justicia de Dios es la coraza que nos protege el corazón, esa justicia nos guía a hacer lo que Jesús haría, pensar como Él pensaría, y sobre todo, actuar como Él lo haría, no hay mejor ejemplo de justicia que Jesucristo. 

¡Recuerda tu identidad en Cristo! Gracias a él has sido justificado y perteneces a Dios por la eternidad. No creas las acusaciones del enemigo cuando trae a tu mente los pecados del pasado como si definieran tu presente. 

Tampoco creas cuando te dice que no puedes vencer una tentación. Pide a Dios que te ayude a verte como él te ve, a recordar el poder que Él te concede para vencer y a actuar como Él desea que lo hagas.

El calzado:


“Calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz”. Los pies del soldado son importantes para avanzar, por esta razón deben también estar bien protegido, ningún estorbo puede dañar sus pies.

Los pies del soldado cristiano deben llevar puesto siempre el calzado de la preparación para compartir las buenas nuevas. 1ª Pedro 3:15 se refiere a ello diciendo: “...estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que demanda razón de la esperanza que hay en vosotros…”

El soldado cristiano debe cubrir sus pies con el evangelio de la paz pues el enemigo puede colocarnos objetos cortantes o trampas para hacernos caer y evitar que avancemos. Su meta es impedir que salgamos a proclamar el evangelio de la paz. 

Satanás puede atacar con tentaciones, complejos, sentido de inferioridad, ansiedad, gente que se burla, etc., la lista es larga; pero en Cristo nuestros pies están firmes y dispuestos para llevar el evangelio de la paz. Damos pasos y ganamos terreno (vidas) para el reino de Dios porque Él nos capacita y porque nosotros mismos hemos experimentado su paz.

El reino de Dios es uno de justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo (Romanos 14:17). Ese es el mensaje que debemos proclamar. Sí, es cierto que es una guerra, pero las armas que Dios nos da no son de este mundo y pueden parecer ilógicas. 

No ganamos esta guerra imponiéndonos o alterándonos; ganamos viviendo llenos de su paz y llevándola a todos los que nos rodean. No dejes que las trampas del enemigo impidan tu avance y efectividad. Afirma tus pies, pide a Dios que te de valentía y comparte su evangelio de paz con todos los que te rodean.

El escudo:


“Sobre todo, tomad el escudo de la fe”. Este escudo protector es capaz de frenar y “apagar todos los dardos de fuego del maligno”.  

Aquí Pablo no solo menciona la parte de la armadura sino que también nos dice para qué la usaremos. 

El escudo al que Pablo se que se refiere era uno grande que cubría y protegía toda la parte delantera del soldado. Era resistente y estaba cubierto de cuero porque a veces el enemigo atacaba con flechas encendidas y el cuero actuaba como aislante protector. También puede interesarte nuestro articulo Pisadas de Fe.

Con el escudo de la fe podemos apagar todas las flechas que nos dispara el maligno. El ataque del diablo puede venir de cualquier lugar, por eso es importante estar alerta para poder colocar el escudo en el lugar preciso y protegernos.

Una de las armas que el diablo usa con frecuencia es la duda. Nos incita a dudar del poder, el amor o la bondad de Dios. Al ejercitar nuestra fe y afirmarnos en lo que sabemos sobre Dios y su obra en nosotros, esos ataques pierden su efectividad y avanzamos en nuestro andar con Jesús.

Un escudo sostenido o atado firmemente al brazo del soldado, puede ser movido rápidamente para proteger cualquier parte de su cuerpo que sea atacada. Satanás podrá arrojar muchos dardos encendidos, pero el escudo de la fe los apagará a todos.  (1ª Juan 5.4 "... Y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe".).

Sabiendo la importancia del escudo en esta batalla, es momento de alimentar tu fe leyendo y memorizando la palabra de Dios, pasa tiempo con Dios, llena tu mente de la verdad sobre él y sobre quién eres en él para que puedas usar esa verdad cuando lleguen las dudas.

 El yelmo: 


“Y tomad el yelmo de la salvación”. La última de las piezas defensivas de la armadura de Dios es el yelmo o casco de la salvación. 

Éste casco proporciona protección para la cabeza. La salvación de Dios debe cubrir siempre tu mente y tus pensamientos. El yelmo es una pieza vital de la armadura espiritual. 

De acuerdo con 2ª Corintios 10:4-, los malos pensamientos de nuestra mente suelen ser usados por Satanás como “fortalezas espirituales”. Pero el Apóstol agrega que las armas de nuestra guerra son "poderosas en Dios para la destrucción de dichas fortalezas". Es decir, somos capacitados por Dios para derribar “…argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo.” 

Nuestra mente debe estar llena de la certeza de nuestra salvación, hemos de vivir cada día la vida que Dios quiere que vivamos como hijos suyos, anclados en esa certeza y con nuestros corazones llenos de gratitud.

Somos "linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo que pertenece a Dios, para proclamar las obras maravillosas de aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable" (1 Pedro 2:9). Esa es nuestra realidad y ese es nuestro propósito. No permitamos que el diablo ponga en nuestras mentes dudas sobre nuestra salvación. Somos salvos por la fe en Cristo (Gálatas 3) y nadie nos puede arrebatar esa salvación.

Recuerda que eres salvo por la fe en Jesús y eso nadie lo puede cambiar. Vive en confianza y en obediencia la vida que Jesús desea para ti. Combate con la palabra de Dios las dudas sobre tu salvación o las tentaciones a sentir que no mereces su amor o su perdón. Él te ama, te salvó y eres suyo por la eternidad.

La espada del Espíritu: 


“Y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios.” Las maravillosas piezas de la armadura ya mencionadas son para nuestra protección. Pero también se nos ha dado un arma ofensiva poderosa con la cual podemos alcanzar el propio territorio del diablo y derrotarlo decididamente.

La espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios. La Palabra que, como hemos visto, está representada en el cinturón de la verdad, se emplea en aquel caso para protección; pero aquí es empleada para el combate agresivo. 

Así como un soldado entrenado puede usar su espada para destruir a su adversario, también el hijo de Dios puede usar la Palabra de Dios para derrotar al diablo completamente. 

La victoria gloriosa de Jesús sobre las tres tentaciones de Satanás fue lograda, no diciéndole al diablo que cesara de tentarlo, sino utilizando la espada de la Palabra de Dios en su contra (Mateo 4.4,7,10).  

La palabra de Dios es la que alumbra nuestro camino (Salmo 119:105) y nos ilumina con la enseñanza del evangelio. Con la espada del Espíritu nos defendemos y hacemos frente a los ataques del enemigo (mentiras, engaños). A la misma vez, atacamos con la verdad como lo hizo Jesucristo contra Satanás.

Fue la Palabra de Dios aquello contra lo cual Satanás no tuvo defensa, porque “la Palabra de Dios es viva y eficaz, más cortante que toda espada de dos filos...” Hebreos 4.12. Por tanto, tú ¡léela, estúdiala, memorízala, guárdala en tu corazón y úsala cada vez que el diablo se acerque con sus propuestas!

La Oración en el combate


Observa también que enseguida de detallar el armamento cristiano, Pablo exhorta a que entremos en “acción de combate”. La orden es orar “...en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ella con toda perseverancia y súplica por todos los santos.” Efesios 6.18. 

Un cristiano que ora es un cristiano poderoso. Se dice que Satanás “ciertamente tiembla cuando ve al santo más débil de rodillas.” Al igual que un hombre vigoroso ejercita sus músculos mientras construye una fortaleza, el cristiano se hace fuerte espiritualmente practicando el ejercicio de la oración. 

Judas 20 “Pero vosotros amados, edificándoos sobre vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo…”  La iglesia primitiva nos proporciona un ejemplo sobresaliente del poder que la oración le daba. En Hechos 4 leemos cómo fueron amenazados Pedro y Juan, bajo la orden de no volver a dar testimonio de Jesús, ni enseñar en Su nombre (vesiculos17–18). ¡Seguro Satanás pensó que los iba a hacer correr! Pero observa lo que ellos hicieron: se juntaron e informando a los santos y a los otros Apóstoles de lo que había sucedido, el verso 24 dice que los discípulos “alzaron unánimes la voz a Dios”

En otras palabras, ellos hicieron una oración de combate poderosa, la cual quedó registrada en los versículos 24 al 30. ¿Cuál fue el resultado de aquella oración? Una gloriosa victoria: “...cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo y hablaban con denuedo la Palabra de Dios.” (Versículos 31) Valor, atrevimiento y fe reemplazaron rápidamente al temor. Ellos recibieron un poderoso soporte de renovado poder e irrumpieron de frente en la ciudad: “Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia era sobre todos ellos.” (Versículo 33)

El poder que ellos recibieron por la oración, hizo que hubiera milagros (Hechos 5.12), que salvaran a muchas almas (Verso 14), que sanaran enfermos (Verso 15), que echaran fuera demonios (Verso 16), que se abrieran milagrosamente las puertas de la prisión (Versículos. 17–23), que adquirieran un valor sobrenatural para dar testimonio (Versículos. 26–32) y poder para aguantar la persecución (Versículos 40–41), y que tuvieran un aumento de fervor para continuar propagando el Evangelio (Verso 42). ¡Qué poder tan tremendo tiene la oración en la guerra espiritual!

Luego de mencionarte estos maravillosos ejemplos del poder de la oración, tienes que saber que es en la oración donde el soldado cristiano se prepara para la batalla, se fortalece y recibe sus órdenes a través de la oración. La comunicación con Dios, nuestro Comandante, debe ser constante para fortalecernos y recibir sus instrucciones con la estrategia que debemos seguir.

No solo debemos orar por nuestras luchas, retos o dificultades. También debemos apoyar a nuestros hermanos en oración. Si vemos a algún hermano luchando contra un pecado o duda, o si está pasando por sufrimiento o persecución, es nuestro deber apoyarlo con nuestras oraciones y animarlo.

¿Quieres vencer en esta guerra espiritual? Vístete cada día con la armadura de Dios, pasa tiempo en oración delante de él, estudia su palabra y mantente alerta frente a los ataques del enemigo.

El triunfo del cristiano


El llevar en tu vida la armadura de Dios te habilita para ser “más que vencedor por medio de aquel que nos amó.” Romanos 8.37. 

La verdad, la justicia, la fe, la salvación y el poder del Evangelio te protegen perfectamente. El diablo simplemente no puede penetrar ese blindaje con sus astucias y engaños. 

No tienes que ser derrotado jamás ni ceder a la tentación; no importa lo fuerte que el enemigo pueda parecer, si llevas puesta la armadura de Dios. Mientras estés en la escuela, en el trabajo, en un ambiente hogareño malo o entre personas sin Dios, tú siempre ten puesta la armadura. Nunca te la quites.

Cuando tú te colocas todos los elementos que se te han proporcionado con esta armadura, y los unes con la oración, te conviertes en un soldado preparado para enfrentar al diablo. Armado así, es decir lleno del Espíritu Santo, un hijo de Dios puede fortalecerse muy bien “...en el Señor y en el poder de su fuerza.” Efesios 6.10. 

Ahora observa cómo será conducida la guerra: “No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos.” Zacarías 4.6.

Solamente con Su Espíritu es que podemos derrotar a Satanás. El apóstol Santiago enseña que cuando tú sales a la batalla contra las fuerzas satánicas, lo primero que debes hacer es someterte a Dios (Santiago 4:7). Sólo así puedes resistir al diablo y hacer que salga huyendo de ti. 

Algo importantísimo de mencionar es que no se te proporcionan armas para la espalda porque Dios nunca tuvo la intención de que tú dieras la vuelta y corrieras. Así que enfréntate a él con el poder del Espíritu Santo, usando el arma de la Palabra de Dios y la oración. Usa tu fe y ¡él huirá!

Una vez más, somos soldados en el ejército de Dios y Él nos da autoridad Lucas 10:17. Su voluntad es que seamos cubiertos con toda Su armadura y equipados con Sus armas espirituales que nos dan poder para enfrentarnos a las fuerzas satánicas y obtener la victoria para el reino de Dios. 

Por tanto tú dedícate a adquirir todas las partes de la armadura de Dios. Llénate de la Palabra de Dios, ora hasta llenarte del Espíritu Santo y sigue adelante en el nombre de Jesús. Asegúrate también de dar toda la gloria a Dios porque será Su poder el que te habilitará para vencer, no el tuyo: “Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús...” 2ª Corintios 2.14.

El triunfo empieza dentro de ti


Antes de que la victoria sea realmente ganada contra el diablo, debe ocurrir un triunfo dentro de ti. Aprende a decir no a los deseos carnales. Este es uno de los principales requisitos para ser un soldado de Jesús: negarse a uno mismo (Mateo 16.24). Esto no es fácil, pero la armadura de Dios “no le queda” a una persona inflada y carnal que solamente se preocupa de sí misma. 

Cuando tú aprendes a decirte no a ti mismo, puedes decir no al diablo. No podemos concederle al diablo siquiera un poquito de lugar y esperar conquistarlo. “Ni deis lugar al diablo”, nos dice Efesios 4:27. Con él, uno no se puede descuidar jamás. 

Al enemigo hay que resistirlo y esto sólo se puede hacer con la armadura de Dios totalmente puesta.

Algunas veces nos puede parecer que el enemigo ataca demasiado fuertemente, pero “...mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo” nos dice 1ª Juan 4:4. 

También puede parecer que una tentación es irresistible, pero tenemos la promesa de ser capaces de vencerla: “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.” 1ª Corintios 10.13.

Pero si el diablo te derribara con un golpe de tentación, pronto dale a conocer a Dios tus pecados, pídele  que te perdone, dedica de nuevo tu vida a Cristo y siéntete seguro de Su perdón. Acuérdate siempre que “si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad.” 1ª Juan 1.9.

Habrá ocasiones en que tú le faltes a Dios, pero nunca tienes que sentirte un cristiano fracasado. Satanás podrá ganar ocasionalmente una batalla, pero confesando y abandonando sinceramente tus pecados, tú le ganarás la guerra en el nombre de Jesús, pase lo que pase no te quites la armadura, no te pongas unas piezas si y otras no, pues si falta una pieza de tu armadura tendrás un punto débil y Satanás no dudará en enviar todos sus ataques a ese punto vulnerable.

Si no tienes tu armadura completa, te invito a que busques la pieza que te hace falta, pero si la tienes te invito a que la cuides, le des mantenimiento, no dejes que se oxide, no dejes que tu espada pierda filo o tu armadura se desgaste, recuerda que la necesitas para que en el día malo puedas salir victorioso.