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Marta y María: Dos corazones, un mismo amor por Jesús


Historia de Marta y María en la Biblia

Marta y María: Dos corazones, un mismo amor por Jesús

La importante labor de Marta y María


En el hogar de Betania, en una pequeña aldea cerca de Jerusalén, vivían dos hermanas que dejaron una huella profunda en la historia del evangelio: Marta y María, amigas y discípulas del Señor Jesús. Su historia, aunque relatada en pocos versículos, nos enseña poderosas lecciones sobre el servicio y la adoración, el equilibrio entre la acción y la contemplación, y la prioridad que debe ocupar Cristo en el corazón del creyente.

Lo que Marta y María representan


Marta y María representan dos maneras complementarias de amar a Dios. Una expresa su amor sirviendo con diligencia; la otra, escuchando con devoción. Ambas son necesarias en la vida cristiana. Sin embargo, Jesús mostró que hay un orden correcto: primero estar con Él, luego servirle.

En este artículo exploraremos sus vidas a la luz de las Escrituras (Lucas 10:38–42; Juan 11:1–44; Juan 12:1–8), entenderemos la importancia de cada una y descubriremos cómo su ejemplo nos inspira a tener un corazón equilibrado: activo en el servicio, pero centrado en Cristo.

1. El encuentro con Jesús en Betania


El evangelio de Lucas narra uno de los episodios más conocidos: “Aconteció que yendo de camino, entró en una aldea; y una mujer llamada Marta le recibió en su casa. Esta tenía una hermana que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra. Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y acercándose dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude. Respondiendo Jesús le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero solo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada.” (Lucas 10:38–42)

En este breve relato se contraponen dos actitudes distintas frente a la presencia de Jesús:

Marta, activa, ocupada, ansiosa por servir y agradar.

María, quieta, atenta, absorta en escuchar cada palabra del Maestro.

Jesús no desprecia el servicio de Marta; al contrario, aprecia su esfuerzo. Pero le muestra algo más profundo: antes de servir, hay que sentarse a los pies de Cristo. Antes de trabajar para Él, debemos aprender de Él. También puede visitar nuestra pagina Sermones y reflexiones Cristianas

2. Marta: el corazón del servicio


Marta era una mujer responsable, hospitalaria y diligente. Lucas señala que fue ella quien recibió a Jesús en su casa, lo que revela su liderazgo y disposición a servir. Era probablemente la mayor de las hermanas, encargada del hogar y de organizar la comida para Jesús y sus discípulos.

Su actitud representa a muchos creyentes sinceros: personas trabajadoras, fieles, comprometidas con la obra del Señor, siempre activas en la iglesia, en el ministerio, en ayudar a otros. Sin embargo, el pasaje nos advierte de un peligro: el exceso de actividad puede robarnos la comunión.

¿El exceso de actividades puede robarnos comunión?


Jesús le dice: “Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas”.

Su nombre repetido con ternura refleja afecto, no reprensión dura. Jesús no le está corrigiendo por servir, sino por permitir que su servicio se convierta en distracción espiritual. En su deseo de agradar, Marta perdió de vista al invitado principal.

Lección espiritual de Marta:


El servicio es bueno, pero debe fluir de una relación viva con Cristo. Cuando el servicio sustituye la intimidad, el corazón se agota.

Una vida cristiana ocupada no siempre es una vida fructífera. Podemos estar tan envueltos en “hacer cosas para Dios” que olvidamos “estar con Dios”.

No hay nada mas hermoso que servir con el corazón lleno de la presencia de Cristo, muchas veces las muchas ocupaciones en el servicio a Dios nos distrae de buscar la presencia de Dios. ¿Cuantas veces hemos tenido un evento especial en donde nos afanamos planificando y trabajando para que todo salga a la perfección?, no hay nada de malo en esto, el problema esta cuando ese afán te impide llenarte de Dios, todos salen del evento llenos y gozosos y a ti solo te queda el cansancio, ¿Piensas que eso es lo que Dios quiere?

3. María: el corazón de la adoración


María, por su parte, escogió lo que Jesús llamó “la buena parte”. Ella se sentó a los pies del Maestro, cabe mencionar que esa es una postura de humildad, aprendizaje y devoción, así, en esa posición se quedó para escuchar su palabra. No estaba ociosa, estaba adorando. No estaba descuidando, estaba priorizando, no estaba distraída, estaba sumergida en las palabras de Jesús.

Mientras Marta se movía de un lado a otro, María estaba quieta, enfocada en lo eterno. En ese momento, Jesús no necesitaba una mesa perfecta ni un banquete elaborado. Necesitaba corazones atentos, receptivos a su enseñanza y María lo entendió.

El afán de María provocaba cansancio, estrés, enojo, frustración y hasta descontento hacia su hermana, la actitud de María le llenaba el corazón y daba descanso a su alma, ¿Quien se quedó con la mejor parte de la visita?

En otras palabras Jesús les enseño a trabajar antes y después de su visita, pero en el momento en que el llegaba a su casa era tiempo de dejarlo todo y atenderlo a Él. ¿Que significa esto?

Si hay un evento grande en tu congregación, una confraternidad por ejemplo, es muy bueno planificar todo antes, preparar todo antes, pensar en los alimentos, en los arreglos, en los invitados, en la a tención a las diferentes delegaciones, etc. ah, pero al momento en que cada servicio empieza es tiempo de llenarte de la presencia de Dios, de adorar, de escuchar su palabra, es tu tiempo para sentarte a los pies de Jesús, porque cuando todo termine, entonces vuelve a tocarte servir con el corazón de Marta, recoger sillas, guardar arreglos, despedir a los invitados, limpiar los utensilios de cocina, etc.

El ejemplo que nos deja María nos recuerda que la verdadera adoración no siempre se expresa con palabras o cantos, sino con una actitud del corazón que valora la presencia de Jesús por encima de todo.

Lección espiritual:


María nos enseña la prioridad de la comunión. Antes de trabajar, hay que escuchar. Antes de actuar, hay que recibir.

El discipulado comienza a los pies del Maestro. Ahí es donde el corazón se fortalece, el alma se renueva y la mente se alinea con la voluntad de Dios.

Todo debe empezar en los pies del maestro, porque para servir con el corazón debes aprender a escuchar al maestro y darle la prioridad a Él. También te puede interesar nuestro articulo El liderazgo y las relaciones interpersonales

4. El equilibrio entre servicio y adoración


Dios no nos llama a ser únicamente como Marta o únicamente como María, sino a ser una armoniosa combinación de ambas.

El cristiano maduro sirve como Marta, pero con el corazón de María.

Jesús no le dice a Marta que deje de servir, sino que ponga primero lo necesario. No es una cuestión de “servir o adorar”, sino de ordenar las prioridades.

La adoración precede al servicio


Cuando la adoración precede al servicio, el trabajo se convierte en un acto de amor y no en una carga.

Cuando servimos sin haber adorado primero, terminamos cansados, irritables y sin gozo, como Marta en aquel día, pero si la adoración va antes del servicio tendrás siempre nuevas fuerzas para realizar cada tarea con el corazón, (“Los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas” Isaías 40:31).

“Esperar” es detenerse en Su presencia, como lo hizo María.

Puedes tener la certeza de que antes que Jesús llegara, María le ayudó a Marta a preparar la casa y los alimentos, también es seguro que María halla ayudado a recoger todo cuando Jesús se fue, pero mientras Jesús estuvo en su casa, disfruto y aprovecho cada segundo de esa visita gloriosa.

5. Marta y María frente a la pérdida de Lázaro


Otro episodio clave aparece en Juan 11. Lázaro, hermano de Marta y María, enferma gravemente. Ellas envían un mensaje urgente a Jesús: “Señor, he aquí el que amas está enfermo.” (Juan 11:3). También te puede interesar leer nuestro articulo Jesús lloró Juan 11:35, reflexión

Jesús, sin embargo, se demora. Cuando llega a Betania, Lázaro ya lleva cuatro días en el sepulcro.

Aquí vemos nuevamente los distintos temperamentos de las hermanas:

Marta sale rápidamente a encontrar a Jesús, mientras que María permanece en casa, llorando; pero ambas dicen la misma frase cuando se encuentran con el Maestro: “Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto.”

Marta: fe activa


Cuando Jesús llega, Marta le dice: “Mas también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará.” (Juan 11:22)

Marta tiene una fe práctica, racional, pero real. Ella confía en el poder de Jesús, aunque no comprende del todo Su propósito. Jesús le responde: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.”.

Marta cree, pero aún no imagina que verá un milagro inmediato. Su fe es doctrinal; cree en la resurrección futura, no en la intervención presente.

María: fe emocional y devocional


Cuando María se entera de que Jesús ha llegado, corre hacia Él y se postra a sus pies llorando. Su encuentro con Cristo es más emocional, más íntimo. Ella no argumenta, no discute, simplemente se derrama ante Él. Su llanto mueve el corazón de Jesús: “Jesús lloró.” (v. 35)

Marta razona; mientra María adora. Y ambas reacciones son necesarias: una enseña que la fe piensa, la otra que la fe siente.

Lección espiritual:


En los momentos de dolor, algunos se levantan como Marta para actuar, otros se postran como María para llorar.

Dios usa ambos tipos de corazones. Marta muestra el valor del consuelo activo; María, el valor de la entrega emocional, juntas reflejan cómo debemos enfrentar la prueba: con fe firme y con un corazón rendido.

6. Marta y María en la cena de gratitud


Después de la resurrección de Lázaro, el evangelio de Juan narra un hermoso banquete en Betania (Juan 12:1–8). Allí vemos nuevamente a las dos hermanas actuando conforme a su carácter:

“Le hicieron allí una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban sentados a la mesa con Él. Entonces María tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos; y la casa se llenó del olor del perfume.” (Juan 12:2–3). También te puede interesar nuestro articulo Jesús es ungido en Betania, reflexión

Marta sirve, mientras María adora.


Ahora, en este escenario no hay tensión entre ellas. Marta sirve con gozo y libertad; María adora con generosidad y entrega. Han madurado.

Marta sirviendo con madurez


Marta ya no se queja. Su servicio no es producto del afán, sino del amor. Ha aprendido la lección: servir sin perder de vista a Jesús.

Este es el ideal del creyente: un servicio sin queja, nacido de la comunión.

María adorando con entrega total


María realiza un acto de adoración costosa. El perfume que derrama valía el salario de casi un año (unos 300 denarios).

Su gesto anticipa la unción de Jesús antes de su muerte. Lo hace no por obligación, sino por amor y gratitud.

Jesús defiende su acto cuando Judas la critica: “Déjala, para el día de mi sepultura ha guardado esto.” (v. 7)

Lección espiritual:


Cuando servimos como Marta y adoramos como María, Cristo es exaltado y la casa se llena de Su fragancia.

El servicio y la adoración, unidos, hacen de la vida cristiana un testimonio completo. También te puede interesar nuestro articulo Sensibilidad Cristiana

Un cristiano maduro sirve con amor, entrega y pasión, sin afán, sin frustración, sin señalamientos y sobre toso sin quejas ni criticas; sabe que servir a Dios es un honor.

Un cristiano maduro sirve dando paso a la verdadera adoración, nadie se quejo del acto de María al derramar el perfume, porque todos en esa mesa sabían que Jesús merecía eso y mucho mas, el único que cuestiono esta acción fue Judas, un hombre que luego mostro su verdadera cara.

7. Las dos dimensiones del discipulado


Marta y María no son rivales; son reflejos de dos dimensiones del discipulado cristiano:

Aspecto Marta - María


  • Enfoque: Servicio - Adoración
  • Acción: Activa - Contemplativa
  • Representa: El trabajo - La comunión
  • Riesgo: Afán y turbación - Pasividad
  • Virtud: Diligencia - Devoción
  • Necesidad: Escuchar más - Servir más

Jesús no dice que una esté equivocada y la otra tenga toda la razón. Él corrige la prioridad. María escogió primero lo esencial: sentarse a los pies del Maestro.

El discípulo debe combinar ambas actitudes: escuchar para luego servir, pues el verdadero servicio nace del amor cultivado en la presencia de Cristo.

8. Aplicación a nuestra vida cristiana


La historia de Marta y María nos enseña lecciones muy prácticas para nuestra vida cotidiana:

a. Priorizar la comunión antes del servicio


En la era moderna, muchos cristianos están agotados espiritualmente porque hacen mucho para Dios, pero pasan poco tiempo con Dios. Jesús sigue recordándonos: “Solo una cosa es necesaria”.

Antes de correr al servicio, necesitamos detenernos a los pies del Maestro. La oración, la lectura de la Palabra y la adoración son el combustible del alma.

Tantos afanes y esmeros por hacer todo bien, solo nos dejan ansiosos y enfadados con otros, creyendo que toda la carga recae sobre nuestros hombros solamente, pero, aquí viene la nota importante, "Jesús quiere que descanses en Él, y le des tus cargas", siéntate primero a los pies del maestro y luego sírvele con todo tu ser.

b. Valorar la diversidad en el cuerpo de Cristo


Dios usa diferentes temperamentos. Algunos son como Marta: activos, prácticos, trabajadores. Otros, como María: reflexivos, sensibles, devocionales.

La iglesia necesita ambos. No debemos despreciar al que actúa diferente, sino reconocer que todos sirven en el mismo cuerpo con distintos dones como lo dice 1 Corintios 12:4 “Hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo.”

c. Servir sin perder la paz interior


El problema no es el servicio, sino el afán. Cuando el trabajo para Dios se convierte en carga, es señal de que hemos perdido la perspectiva. Cuando vemos con enojo al que no hace nada, cuando cuestionamos al que hace poco, cuando renegamos y nos quejamos, hemos perdido de vista a quien servimos, pues no hemos adorado antes del servicio a Dios.

Servir con un espíritu tranquilo y confiado demuestra madurez espiritual. Jesús quiere obreros que trabajen desde el descanso, no desde la ansiedad, hombres y mujeres que disfruten lo que hacen, que dejen su corazón en cada cosa que hagan.

d. Adorar con entrega total


María nos enseña que la adoración genuina siempre implica sacrificio. Su perfume costoso representa lo más valioso que poseía. También te puede interesar leer nuestro articulo Devocional Diario, Beneficios.

Adorar es derramar lo mejor de nosotros a los pies de Jesús: tiempo, talentos, recursos, fuerzas, corazón.

e. Aprender a escuchar la voz de Dios


María “oía su palabra”. En un mundo lleno de ruido, necesitamos redescubrir el silencio espiritual.

Escuchar la voz del Señor en la intimidad nos prepara para tomar decisiones sabias, servir con propósito y vivir en paz.

El discípulo que aprende a escuchar nunca se pierde, por eso Marta recibió el amoroso consejo de Jesús "Marta, la próxima vez, quiero que escojas la mejor parte"

9. Reflexión final: ¿qué parte hemos escogido?


Jesús dijo que “María escogió la buena parte”. Esto implica una elección deliberada. Nadie llega a la intimidad con Dios por accidente; es una decisión diaria.

Cada mañana elegimos entre lo urgente y lo importante, entre la actividad y la presencia, entre correr o sentarnos a los pies del Maestro.

Marta no hizo nada malo. Su error fue permitir que el servicio desplazara la comunión. María escogió lo mejor: estar con Jesús.

La verdadera madurez cristiana consiste en integrar ambas realidades. Dios nos llama a servir con manos diligentes y un corazón adorador, nos manda a construir una vida donde Cristo sea el centro de todo lo que hacemos.

10. Conclusión: Dos mujeres, una lección eterna


Marta y María siguen hablándonos hoy. Sus nombres están grabados en las páginas del Evangelio para recordarnos que el cristianismo no es solo hacer, sino ser.

Como Marta, debemos abrir nuestra casa, nuestro tiempo y nuestros talentos al Señor, ah pero también como María, debemos abrir nuestro corazón para escuchar Su voz.

Cuando ambas actitudes se unen, el resultado es poderoso: una vida equilibrada, útil, fructífera y llena de paz.

Marta y María no representan competencia, sino complemento. El servicio sin adoración se vuelve rutina; la adoración sin servicio se vuelve pasividad, pero cuando adoramos y servimos con amor, el nombre de Jesús es glorificado.

“La casa se llenó del olor del perfume.” (Juan 12:3) Así también, la vida que combina servicio y devoción llena el mundo del aroma de Cristo.

Una lección eterna


Marta y María nos enseñan que cada creyente tiene una importante labor en el Reino de Dios.

Algunos, como Marta, son llamados a servir con diligencia; otros, como María, a inspirar con su adoración.

Pero todos estamos llamados a hacer ambas cosas: servir y adorar, porque el mismo Cristo que se sienta a nuestra mesa es el mismo que merece nuestra alabanza.

Que cada uno de nosotros pueda escuchar la voz del Maestro diciéndonos: “Has escogido la buena parte.”