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Jesús lloró Juan 11:35, reflexión


Y Jesús lloró, reflexión

Jesús inclinado orando

Una pequeña reflexión sobre el texto que dice que Jesús lloró por Lázaro


Jesús, al enterarse de que su amigo Lázaro había muerto, lloró. No sólo sintió una lágrima solitaria rodar por su mejilla; no sólo se sentía triste; Jesús lloró por la muerte de su amigo Lázaro.

Perfectamente humano, Jesús experimentó las emociones con las que tú y yo nos enfrentamos todos los días. ¿Recuerda usted su experiencia con los comerciantes en el templo? Yo diría que ahí se enojó bastante, aunque estaba justificado, pero eso es otro reflejo de su humanidad. 

Y aquí, en el Evangelio según Juan, Jesús experimenta un nivel de tristeza que muchos de nosotros experimentamos en nuestro mundo caído.

¿Por qué lloró Jesús? 


He escuchado muchas explicaciones diferentes para esto, la mayoría coincidiendo en que estaba abrumado por el dolor por la muerte de Lázaro. Si bien esa puede ser la respuesta, de alguna manera creo que había otra razón,  Juan 11:40 dice "... ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios? "

Creo que Jesús lloró porque quizás estaba dolido por la incredulidad de la gente, especialmente de María y Marta. Recuerde lo que Jesús dijo en Juan 11:4 cuando escuchó por primera vez que Lázaro estaba enfermo, Jesús dijo "Esta enfermedad no es para muerte, sino para gloria de Dios,".

Jesús continuó usando los acontecimientos naturales en la vida de sus amigos para mostrar la gloria de Dios y mostrarles que él era el ese verbo de Dios hecho carne que todo Israel esperaba. Aunque su falta de fe lo entristeció, Él continuó fortaleciéndolos para el momento en que Él ya no estuviera allí.

Tenga razón o no, todavía nos queda la misma pregunta. ¿Qué tan fuerte es nuestra fe? ¿Entristecemos al Señor Jesucristo por nuestra falta de fe? O tal vez la mejor pregunta sería: ¿cuán consistente es nuestra fe?, recuerde, es fácil creer cuando todo va como queremos, pero que difícil es creer cuando todo va mal, cuando las cosas no van como queremos es cuando Dios quiere que confiemos, que todo esta bajo control si estamos en las manos de Dios.

Las veces que Jesús lloró


Hay tres veces en las Escrituras en las que Jesús lloró (Juan 11:35; Lucas 19:41; Hebreos 5:7-9). Cada uno está cerca del final de Su vida y cada uno revela lo que más le importa a nuestro amoroso Dios. Él verdaderamente está “conmovido por nuestras debilidades” (Hebreos 4:15). Sus lágrimas son un recordatorio de que Él ama a los pecadores y se preocupa por cada alma.

Jesús llora por Jerusalén, Lucas 19:41-42


Cuando Jesús se acercaba a Jerusalén, vio la ciudad y lloró sobre ella, diciendo: “¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos”

Lucas fue el único que registró el lamento profundo de Jesús por la ciudad de Jerusalén. Cristo lloró por Jerusalén al menos en otras dos ocasiones

Podría verse como algo incongruente que Jesús haga lamento al mismo tiempo que tiene lugar la entrada triunfal, pero esto revela que Jesús conocía la verdadera superficialidad que caracterizaba el corazón de las personas y su estado de ánimo estaba muy lejos de la jovialidad; a medida que se adentraba en la ciudad, esa misma multitud pronto clamaría por su muerte a voz en cuello y Jesús lo sabia.

Es difícil saber exactamente qué sabía Jesús sobre el futuro del pueblo de Jerusalén. Pero sí sabemos, por este pasaje, que su conocimiento le hizo llorar de tristeza. 

Ahora, reflexionemos hoy sobre la grave tentación que todos enfrentamos de ser indiferentes a Cristo. Es fácil para nosotros tener un poco de fe y recurrir a Dios cuando nos conviene. Pero también es muy fácil permanecer indiferente a Cristo cuando las cosas en la vida parecen ir bien. 

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Fácilmente caemos en la trampa de pensar que no necesitamos entregarnos diariamente a Él de la manera más completa posible; así que, eliminemos hoy cualquier indiferencia hacia Cristo y digámosle que queremos servirle a Él con todo nuestro corazón.

Jesús llora ante la tumba de Lázaro, Juan 11:35


No lloró en el sentido de lamentar o clamar como lloraban marta y María (klaio, Juan11:33), sino que solamente derramó lágrimas (edakrusen). 

En esto Jesús se ve como el hermano compasivo que llegó a ser nuestro Sumo Sacerdote compasivo que conoce perfectamente nuestra debilidad y tristeza (Hebreos 2:17-18). 

Nuestro Salvador fue un “varón de dolores, experimentado en quebranto” (Isaías 53:5). Esto es más que mero emocionalismo o sentimentalismo superficial: es un recordatorio de que Él se preocupa y lleva nuestras cargas.

El evangelio según Juan presenta muchas evidencias de la deidad de Jesús, pero también presenta evidencias de su humanidad. Juan es el que nos dice que Jesús estaba "cansado del camino" (Juan 4:6) y que tuvo sed (Juan 4:7, "dame de beber"; Juan 19:28, "Tengo sed"). También puedes leer nuestro articulo Jesucristo, como Hijo y como Dios

En esta ocasión, ante la tumba de lázaro, Jesús practicó lo que nos enseña por la pluma de Pablo en  Romanos 12:15 cuando nos dice, "Llorad con los que lloran".

Jesús sumo sacerdote Hebreos 5:7


Este pasaje nos muestra que Jesucristo puede simpatizar con nosotros (Hebreos 4:15). Este es el punto principal de este versículo, y se compara con lo del versículo Hebreos 5:2. El resto de este versículo lo prueba, pues enfatiza sus hondos sentimientos en la carne.

"En los días de su carne" se refiere al tiempo de encarnación, de su ministerio personal, o al período de su humillación en la tierra. (Hebreos 2:14;10:20.)

"Ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas". algunos pasajes de Nuevo Testamento nos muestras a un Jesús apasionado en la oración (Lucas 22:44; Mateo 27:46)

Jesús conoce la tristeza


Aquí está la buena noticia en todo esto: tenemos un Dios que sabe muy bien lo que significa ser humano. Nuestro Dios puede identificarse con nosotros cuando experimentamos ese nivel de tristeza, Jesucristo sabe lo que queremos decir cuando le contamos nuestra angustia, nuestro dolor y todas las demás pruebas que enfrentamos en esta vida.

Y Él no sólo conoce y comprende todas estas cosas, sino que las santifica en Sí mismo porque Jesús asumió nuestra naturaleza humana, la ha salvado; Él lo santifica. En lugar de rehuir a la humanidad o las emociones que la acompañan, Él las asumió, las experimentó en su intensidad y las perfeccionó en Sí mismo.

Entonces, amigos míos, tenemos esperanza. Tenemos esperanza en Aquel que lloró ante la tumba por su amigo. Podemos confiar en Su increíble amor por nosotros que lo llevó a asumir nuestra naturaleza humana, incluso con todas las emociones que conlleva. Podemos esperar en Aquel que toma nuestra condición humana y la eleva con su gracia.

Así que la próxima vez que te encuentres en una situación poco ideal, experimentando los dolores de un mundo caído, acude a Aquel que asumió nuestra humanidad para perfeccionarla y santificarla. Vuélvete a Jesús, comparte con Él tus tristezas y confía siempre en Él. Puedes leer mas en Enseñanzas bíblicas y temas bíblicos para enseñar