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¿Que quiere Dios de ti?


Lo que Dios pide, Miqueas 6:7

¿Que quiere Dios de ti?

Contexto de Miqueas 6:7


En los primeros versículos de este capitulo Miqueas describe un tribunal. Dios, el juez, dice a su pueblo lo que demanda de él y declara todas las formas en las que lo han dañado a El y a los demás. Los capítulos cuatro y cinco están llenos de esperanza, los capítulos seis y siete proclaman el castigo y hacen un llamado para que el pueblo se arrepienta.

Dios llamó a las montañas para que confirmaran la culpabilidad del pueblo. Las montañas servirían como testigos excelentes, ya que fue en "los santuarios de las colinas" donde el pueblo había construido altares paganos y habían realizado sacrificios a los dioses falsos.

En Miqueas 6:3 leemos "Pueblo mío, ¿qué te he hecho, o en qué te he molestado? Responde contra mí." El pueblo nunca podría responder a esta pregunta debido a que Dios no había hecho nada malo. Al contrario, había sido excesivamente paciente con él, siempre lo había guiado con amor y le había dado la oportunidad de que regresara a El. También te puede interesar nuestro articulo ¿Aun en oscuridad?

Si Dios le hiciera esta pregunta  "¿Qué le he hecho yo a usted?",  ¿Cuál sería su respuesta?

¿Consejo de Balac rey de Moab?


En Miqueas 6:5 leemos "Pueblo mío, acuérdate ahora qué aconsejó Balac rey de Moab, y qué le respondió Balaam hijo de Beor,d desde Sitim hasta Gilgal, para que conozcas las justicias de Jehová" 

Esta historia de Balac y Balaam se encuentra en Números 22-24. Sitim era el campamento de los israelitas, al oeste del río Jordán, antes de entrar a la tierra prometida (Josué 2:1). Allí el pueblo recibió muchas de las instrucciones y promesas de Dios acerca de la forma en la que debían vivir. 

Gilgal, su primer campamento después de cruzar el Jordán (Josué 4:19), fue en donde el pueblo renovó su pacto con Dios (Josué 5:3-9). Estos dos lugares representan la protección amorosa de Dios a su pueblo, su disposición tanto para bendecirlos en gran manera como para advertirles acerca de los problemas potenciales. En los días de Miqueas el pueblo se había olvidado de este pacto y de sus bendiciones y se había apartado de Dios.

La gente en los días del profeta Miqueas


La gente en los días del profeta Miqueas se quejaba de que Dios nunca estaba satisfecho, trataron de apaciguarlo con sacrificios, esperando que los dejara en paz, pero nada sucedió. Preguntaron sarcásticamente: “¿Se agradará Jehová de millares de carneros, o de diez mil arroyos de aceite? ¿Daré mi primogénito por mi rebelión, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma?” (Miqueas 6:7). Esta era su forma de preguntar: "¿Qué quiere Dios de nosotros, de todos modos?" Algunas personas hoy en día sienten que todo su esfuerzo por agradar a Dios es en vano y ellos también se preguntan: “¿Qué quiere Dios de mí?”

¿Que quiere Dios de ti?, Una respuesta sencilla


Una vez le preguntaron a Jesús cuál mandamiento de la Ley era el mayor. Él respondió: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos” (Marcos 12:30–32 ; Mateo 22:37–39). Lo que Dios quiere es realmente muy simple: Él nos quiere a nosotros. También te puede interesar nuestro articulo Parábola de el buen Samaritano, Lucas 10:25-37

Todo nuestro servicio a Dios debe fluir de esos dos mandamientos de amar a Dios y a nuestro prójimo, de lo contrario para Dios nada de lo que hagamos es un verdadero servicio; es simplemente un esfuerzo carnal, y si leemos Romanos 8:8 encontramos que los que están “en la carne no pueden agradar a Dios”.

En los días del profeta Miqueas Israel respondió a la petición de Dios tratando de apaciguarlo con sacrificios, esperando que los dejara en paz. Pero los sacrificios y otros rituales para Dios no bastan, lo que Dios quería era una adoración genuina, un cambio de vida, Dios estaba esperando que Israel se volviera de mal camino y volvieran a obedecer sus mandamientos.

Hoy Dios también quiere cambiar nuestras vidas. Quiere que su pueblo sea justo, recto, misericordioso y humilde. Dios quiere que seamos sacrificios vivos (Romanos 12:1-2). No solo que realicemos actos religiosos, sino que vivamos correctamente (Jeremías 4:4; Hebreos 9:14). 

Es imposible vivir una vida que agrade a Dios sin sentir el amor transformador de Dios en nuestros corazones, ese amor es el que nos hará diferentes a los escribas y fariseos, ellos conocían la palabra de Dios, pero no conocían realmente a Dios, todo lo que hacían era rutinario y ceremonioso, no había ni una pizca de amor y convicción en ellos, habían dejado la justicia y el amor a Dios y a sus prójimos, ponían cargas pesadas y cuestionaban al pecador en lugar de encaminarlo hacia Dios. También puedes leer Las Pequeñas zorras echan a perder las viñas

Querido amigo o amiga que lees estas cortas lineas, Dios no espera donaciones extravagantes, ni actos de caridad, ni nada parecido, recuerda que las obras no salvan, entonces,  ¿Que le podemos dar a Dios si ya es dueño de todo?, pues hay algo que  Dios quiere desesperadamente, Dios quiere tu corazón, Dios quiere que aprendas a amarle, Dios quiere ser el primero en tu vida, Dios quiere que le busques con desesperación y aprendas a depender de Él, cuando esto pasa, tu servicio a Dios se vuelve una muestra de amor hacia Él, ya no sirves por compromiso ni obligación, ahora sirves con amor y pasión.

Dios ve lo que el hombre no puede ver


Muchas personas, como los fariseos en los días de Jesús, tratan de anteponer la acción externa al cambio interno del corazón (Lucas 11:42). Ponen todo el foco en lo que hacen más que en quiénes son.

Pero, a menos que el amor a Dios sea nuestra motivación, las demostraciones externas de bondad sólo resultan en orgullo y legalismo. Ninguno de los dos agrada a Dios. Cuando nos entregamos totalmente a Él, Su Espíritu Santo nos da poder para amar a Dios plenamente y servirle con el motivo correcto. 

El verdadero servicio y la santidad son simplemente la manifestación del Espíritu, el desbordamiento de una vida dedicada a la gloria de Dios. Cuando nos concentramos en amar a Dios en lugar de simplemente servirle , terminamos haciendo ambas cosas. Si nos saltamos la relación, nuestro servicio no sirve de nada y no beneficia en nada (1 Corintios 13:1–2).

El profeta Miqueas respondió a la queja de los israelitas de que no sabían lo que Dios quería de ellos. El profeta dice: “Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios." (Miqueas 6:8). 

El deseo de Dios para nosotros es muy simple. La gente complica las cosas, añadiendo reglas y leyes creadas por el hombre que aseguran la frustración y matan el gozo de seguir a Cristo (2 Corintios 3:6). Dios quiere que lo amemos con todo nuestro corazón y que dejemos que nuestra obediencia surja de un deseo sincero de ser agradables a sus ojos.

David entendió lo que Dios quería cuando oró: “Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría; No quieres holocausto. Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.” (Salmo 51:16-17).

En resumen, Dios no quiere nada mas que un corazón sincero que le ame con todo su ser, eso es lo que el pide de ti, no te frustres tratando de agradarle de otra manera, cuando ames a Dios aprenderás a hacer las cosas que Dios ama, aprenderás a agradarle sin tanto esfuerzo, porque Dios mismo te guiará y te enseñará personalmente lo que a Él le gusta y aquello que desea que hagas. ´Puedes leer mas en nuestra pagina Devocionales Cristianos cortos