Sus naciones fueron destruidas, primero el reino judío del norte de Israel y luego el reino judío del sur de Judá. La ciudad de Jerusalén fue completamente conquistada por los babilonios y el glorioso templo de Salomón fue destruido.
Cuando los babilonios conquistaron Jerusalén, deportaron a casi todos los habitantes de la ciudad y de la región; durante unos 70 años, Jerusalén fue una especie de ciudad fantasma, con el potencial de terminar como muchas ciudades antiguas, completamente olvidada excepto para la historia.
Cuando los judíos fueron deportados a Babilonia, comenzaron a construirse allí sus hogares. Se establecieron y muchos todavía siguieron al Dios de sus padres, pero lo hicieron desde Babilonia, sin ningún deseo de regresar a la tierra que Dios había prometido a Abraham, Isaac y Jacob.
Algunos de estos judíos fieles fueron elevados a lugares prominentes en los gobiernos a los que fueron deportados. Daniel, Sadrac, Mesac y Abed-Nego llegaron a ser líderes en Babilonia; Ester fue nombrada reina en la corte de un rey persa.
Pero después de 70 años de cautiverio en Babilonia, se les dio la oportunidad de regresar a su tierra natal, la Tierra Prometida. De unos dos o tres millones de judíos deportados de la tierra, sólo 50,000 decidieron regresar a la Tierra Prometida, esto era aproximadamente sólo el 2%; pero regresaron, y en los días de Esdras, reconstruyeron el templo y pusieron una base espiritual para Israel una vez más.
El Libro de Nehemías comienza 15 años después de que termina el Libro de Esdras; casi 100 años después de que los primeros cautivos regresaron a la Tierra Prometida y unos 150 años después de que la ciudad de Jerusalén fuera destruida. Después de tanto tiempo, los muros de la ciudad de Jerusalén todavía estaban en escombros.
Antes de esto, los ciudadanos de Jerusalén habían intentado reconstruir los muros pero habían fracasado. En Esdras 4:6-23 , vemos que unos 75 años antes intentaron reconstruir los muros pero fueron detenidos por sus enemigos. Nadie pensó que este obstáculo pudiera superarse, por lo que los muros estaban en ruinas y la gente aún era vulnerable.
Nehemías vivió en Susa , la ciudad capital de los persas, y vivió en la ciudadela, es decir, el palacio fortificado de los persas. De inmediato, sabemos que Nehemías es alguien importante que vive en el palacio del rey de Persia, Nehemías era nada mas y nada menos que el copero del rey, un cargo de confianza en el palacio. También te puede interesar nuestro articulo
Dios conoce nuestra capacidad
Nehemías estaba interesado en la situación de su pueblo y la ciudad santa, por eso pregunta por los que habían sobrevivido al cautiverio y acerca de Jerusalén, es fácil ver que el cuerpo de Nehemías estaba en Persia, pero su corazón y sus intereses estaban en Jerusalén, a 800 millas (1,300 kilómetros) de distancia. Quería saber de los que regresaban, cómo estaban la gente y la ciudad.
Podríamos pensar que un hombre prominente como Nehemías tenía cosas más importantes en qué pensar que una ciudad distante en la que nunca había estado o en un pueblo extraño. Sin embargo, su corazón estaba para las cosas de Dios, su corazón no estaba para sí mismo, sino para los demás.
Nehemías tenía el corazón del Salmo 137:5-6 "Si me olvidare de ti, oh Jerusalén, Pierda mi diestra su destreza. Mi lengua se pegue a mi paladar, Si de ti no me acordare;" Si Jerusalén era especial para Dios, entonces también lo sería para Nehemías.
El despertar de un Guerrero
Nehemías podemos decir que estaba tranquilo en el palacio, con un buen trabajo, una buena posición, sin problemas, gozando de la seguridad que un buen puesto en palacio le podía dar, pero había un problema, el corazón de Nehemías estaba ligado al corazón de Dios y como decíamos anteriormente, todo lo que para Dios era especial, para Nehemías también lo era, ahora la tranquilidad de su estadía en Persia se había perdido al escuchar el terrible estado la ciudad que tanto amaba.
No se si usted ya detectó el detonante que despertó al guerrero dentro de Nehemías, pero si aun no lo ha descubierto quiero que sepa que no hay nada que inquiete mas a un hijo de Dios que el hecho de saber que todo aquello que su Dios ama esta necesitando de nosotros.
Nehemías seguramente sintió dentro de su corazón la necesidad de hacer algo, sintió el dolor de imaginar una ciudad destruida, sintió carga por hacer algo y se despertó el guerrero que luego Dios uso para levantar los muros de la ciudad. También te puede interesar nuestro articulo
Despierta al gigante que hay en tí
Dios quiere que ese guerrero dentro de usted se despierte, que vea el estado de su obra, que sienta dolor al ver las almas necesitadas, que su corazón se duela al ver la maldad de los hombres, Dios quiere que podamos despertar y hacer algo, nosotros podemos estar tranquilos y seguros, pero allá afuera hay almas que necesitan ser rescatadas, almas que han sido heridas, golpeadas por el enemigo, almas que sufren y lloran, han tantas almas desesperadas sin Dios y sin esperanza, ¿Siente el dolor de Dios al ver así su gloriosa creación?
No se si siente dolor al ver la casa de Dios en abandono, al ver jóvenes desmotivados, líderes que han caído en la rutina, ministerios deteriorados, iglesias leudadas que han dejado entrar al mundo en ellas con el fin de ganar almas, ¿Siente dolor?, si su respuesta es si, entonces ese guerrero empieza a despertar.
Diagnóstico de la Ciudad
El pueblo "están en gran mal y afrenta"
Las noticias que recibió no fueron alentadoras. Al pueblo se le llamó supervivientes ; este no era un título esperanzador.
Estaban en gran angustia y oprobio , y los muros de la ciudad misma fueron derribados y las puertas de la ciudad fueron quemadas a fuego, se sentían vulnerables, quizás hasta olvidados de Dios, vivían quizás con miedo, las cabezas de familia vivían frustradas porque no podían hacer nada para proteger a los suyo, ¿Cuántos hoy en día viven con esa misma incertidumbre?
Esta humanidad esta en gran mal y afrenta también, son vulnerables, viven presa de afanes, hay tantos jóvenes con crisis de identidad, aun dentro de nuestras iglesias, la depresión es un tema muy popular hoy en día por tanta gente que la padece, la pregunta aquí es ¿Hay alguien que llore al ver la condición de la humanidad?, ¿Hay alguien que se levante y ore por esta humanidad, por esas iglesias?, pero sobre todo, ¿Hay alguien que se levante dispuesto a hacer algo?, ¿Hay algún guerrero o guerrera que quiera hacer algo?. También te puede interesar leer nuestro articulo
Crisis de identidad en Jóvenes Cristianos
El muro de Jerusalén derribado, y sus puertas quemadas a fuego
El mal estado de la gente y el mal estado de las murallas de la ciudad estaban íntimamente relacionados. En el mundo antiguo, una ciudad sin murallas era una ciudad completamente abierta y vulnerable a sus enemigos. No tenían defensa, ninguna protección en absoluto.
Una ciudad sin murallas siempre era vulnerable, incapaz de albergar de forma segura a personas y objetos de valor. Si había algo de valor en una ciudad no amurallada, podía ser robado fácilmente porque no había defensa para detenerlo.
Quienes vivían en una ciudad no amurallada vivían en constante estrés y tensión; nunca sabrían cuándo podrían ser atacados y brutalizados. Cada hombre vivía en constante temor por su esposa e hijos. El templo podría reconstruirse, pero nunca embellecerse, porque cualquier cosa valiosa se llevaría fácilmente.
No es de extrañar que el pueblo viviera en constante angustia , en constante desgracia y reproche, viviendo sólo como sobrevivientes .
Dios tiene más para nosotros que ser simples sobrevivientes. Dios no sólo quiere que seamos vencedores, sino más que vencedores por medio de aquel que nos amó (Romanos 8:37), ¿Habrá algún guerrero que este dispuesto a levantarse y edificar muros de protección?
Hoy en día hay familias vulnerables, matrimonios expuestos al peligro inminente, jóvenes que se vuelven presa fácil del enemigo y niños que están creciendo desprotegidos dentro un mundo perverso porque los muros de la protección Divina han sido destruidos y quemados por el enemigo, se necesita despertar guerreros que luchen por levantar altares a nuestro Dios, guerreros de oración que levantes muros de protección para sus familias e iglesias, guerreros que no estén dispuestos a dejar en oprobio al pueblo de Dios.