Las siete palabras de Cristo
Lucas 23:34-46 reflexión sobre las 7 palabras de Cristo
Al reflexionar sobre el sacrificio de Cristo en la cruz del calvario, las últimas siete palabras que Jesús pronuncio en la cruz del calvario nos brindan una poderosa visión de sus pensamientos cuando tomó sobre sí todos los pecados de la humanidad.
Con estas palabras ultimas siete palabras, Él perdona a sus enemigos, perdona al ladrón penitente, hace un ultimo clamor y declara el fin de su vida terrenal.
Este momento trascendental y glorioso proclama que el pasado ha terminado y que un futuro brillante está abierto para todos. La crucifixión señala un camino de esperanza que lleva a los redimidos a un futuro sin fin con Jesús.
Las 7 palabras que Jesús dijo en la cruz y su significado
La primera palabra, “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. Lucas 23:34
Jesús contempló desde la cruz una escena que debió de resultarle angustiosa. Los soldados romanos apostaban por Su ropa (Juan 19:23-24); los criminales en las cruces a ambos lados de Él lo injuriaban (Mateo 27:44); los líderes religiosos se burlaban de Él (Mateo 27:41-43); y la multitud blasfemaba contra Él (Mateo 27:39).
Rodeado de esta indigna multitud, Jesús oró por ellos.
"Padre, perdónalos" es una oración de misericordia y amor incomparables. También te puede interesar nuestro articulo
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Incluso en Su agonía, la preocupación de Jesús era el perdón de los que se consideraban ser sus enemigos. En la cruz, antes de morir pidió perdón para los ladrones que se mofaban de Él. Pidió perdón al por los soldados romanos que se burlaron de Él, lo escupieron, lo golpearon, le arrancaron las ropas, lo azotaron, le pusieron una corona de espinas en la cabeza y lo clavaron en la cruz. Jesús pidió perdón por la multitud enfurecida que se había burlado de Él y había pedido Su crucifixión (Marcos 15:29-30).
Jesús nos hacen tomar conciencia de que a través de este sacrificio se nos ofrece el perdón y que, a través del perdón, somos liberados del pecado y de la mentira que nos atrapan.
La oración de Jesús "Padre, perdónalos" tuvo respuesta en la vida de muchas personas. El centurión romano que estaba al pie de la cruz, al ver cómo Jesús moría, exclamó: "Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios" (Marcos 15:39). Uno de los dos ladrones crucificados con Jesús manifestó su fe en Cristo, que le prometió el paraíso (Lucas 23:39-43). Un miembro del Sanedrín se alineó públicamente con Jesús (Juan 19:39). Y, poco más de un mes después, tres mil personas en Jerusalén se salvaron en un solo día al comenzar la iglesia (Hechos 2:38-41).
¿No es algo increíble ese amor que nos muestra Jesús en sus últimos momentos?, Jesús en su agonía nos enseña a amar y perdonar a aquellos que nos han dañado, nos enseña la verdadera misión del cristiano, ser un ejemplo de amor y perdón para una humanidad que no sabe lo que hace, una humanidad cegada por el odio, la envidia, los celos, el amor propio, el pecado y la inmundicia de la que Satanás ha llenado a todo este mundo.
Jesús con su muerte ofreció perdón y salvación a todos aquellos que creyeran en su nombre, Jesús no solo hablo de amor, perdón y Salvación; Jesús en la cruz del calvario nos demostró su amor, nos brindo su perdón y nos regalo Salvación a través de su muerte.
Aun cuando Jesús es acusado injustamente, condenado y torturado, Jesús pide misericordia para sus perseguidores.
¿Hay personas en tu vida a las que necesitas ofrecer perdón? ¿Hay personas de las que necesitas pedir su perdón? ¿Cómo puedes encontrar en tu corazón la fuerza para superar la injusticia y la crueldad que hayas podido sufrir? Piensa en cómo el perdón podría liberar tu corazón y ayudarte a seguir adelante.
La segunda palabra “En verdad te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso”. Lucas 23:43
Si hay una historia corta y poderosa para enseñar la esencia del evangelio de la gracia es la historia del ladrón crucificado junto a Jesús. Dos ladrones fueron crucificados junto a Jesús. Uno confió en Él y recibió la salvación, y el otro no.
Mientras un ladrón lanzaba insultos a Jesús, diciendo "¿No eres Tú el Cristo? ¡Sálvate a Ti mismo y a nosotros!", el ladrón arrepentido lo reprendió diciéndole: "¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación? Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo."
El ladrón arrepentido reconoció su culpa y su maldad y fue recibido por Cristo, porque creyó que Jesús era un rey con un reino verdadero.
Los reyes normales no mueren en cruces y no tienen reinos después de morir. Entonces, el ladrón creía que este rey era algo más que un rey terrenal, era un Rey Salvador capaz de llevarle a Su reino celestial. También te puede interesar nuestro articulo
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También nosotros podemos encontrar la salvación si reconocemos nuestra pecaminosidad y arrepentidos nos volvemos a Jesús, creyendo que no hay otro nombre bajo el que podamos ser salvos como lo dice Hechos 4:12
La tercera palabra “Mujer, ahí tienes a tu hijo. Hijo, ahí tienes a tu madre”. Juan 19:26-27
Esta palabra hace que nuestra mirada se dirija desde el drama de la cruz hacia quienes están al pie de ella; María su madre y Juan su discípulo amado..
Jesús, que desde pocas horas antes se sentía tan abandonado por sus seguidores parece que quiere evitar a los demás ese dolor. Él, que durante su ministerio aquí no se sintió acompañado por su familia, porque pensaban que estaba loco, no quiso dejar sin familia a los que allí quedaban. La soledad de esos momentos tan duros no los deseó para nadie más. “Mujer, ahí tienes a tu hijo”; “Ahí tienes a tu madre”.
Si su muerte fue deshonrosa, él honra a los presentes. El que ha sido abandonado proclama, antes de su último suspiro, amparo para los que se quedan.
Según la concepción social de la época, aconseja que los varones, en su rol de hijos, acojan y respeten como madres a las mujeres. Que las mujeres, según la concepción social de la época, en su rol de madres, acojan y amen como hijos a los varones.
Fuera de la ciudad, desde la pequeña colina donde se alzaba la cruz, desechado por muchos, traicionado por todos, negado por sus discípulos, Jesús franquea la consanguinidad y llama desde la no parentela, a la parentela; desde la separación, a la unión; desde la no responsabilidad hacia el otro, a la responsabilidad.
Jesús en una de sus ultimas palabras nos llama a ser capaces de valorar las circunstancias del prójimo, a sentirlo tan cerca que pueda nacer una confianza capaz de abrir corazones, nos invita a ser familia a los que no son familia, nos conduce al acogimiento, a refugiarnos mutuamente los unos en los otros.
La cuarta palabra “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me ha desamparado?” Mateo 27:46 y Marcos 15:34
Las tres primeras palabras que se reflexionan, Jesús aún estando en la cruz con la primera palabra vemos nacer el perdón, en la segunda la felicidad y en la tercera el encuentro.
Pero ahora, al llegar a la cuarta palabra chocamos con un momento decisivo dentro del marco de nuestra vida que nos lleva a escuchar un grito de dolor y soledad.
La experiencia de abandono sin duda alguna es una realidad vivida por todos, en algún momento de nuestra vida hemos sentido desolación, desesperanza y abandono. También Jesús en la cruz lo sintió y es allí, en la cruz, donde Jesús, poco antes de morir, exclama: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?".
Pero, ¿Porque Jesús sintió este abandono?; recordemos el propósito por el cual Jesús estaba en esa cruz, "Cargar con los pecados de la humanidad", ahora bien, en un cuerpo Santo, Puro y sin pecado, cayeron todas las transgresiones y la inmundicia de la humanidad, ese cuerpo Santo fue el depósito de toda la suciedad de la humanidad y el Espíritu de Dios no mora en un vaso sucio.
Jesús vivió en carne propia el dolor de la humanidad y a la vez el despojo de aquello que lo hacia Santo, sintió la separación del Espíritu de Dios dejando su cuerpo manchado por el pecado de la humanidad, por primera vez estaba desprotegido y vulnerable, por eso de sus labios sale el lamento mas desgarrador de esas ultimas siete palabras en la cruz del calvario.
La quinta palabra “Tengo sed.” Juan 19:28
La frase que está justo antes la quinta palabra pronunciada por Jesús dice: “Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba consumado, dijo, para que la Escritura se cumpliese: Tengo sed ”.
¿Ven esto? Todas las cosas estaban completas, en otras palabras, su misión en la tierra se cumplió; el trabajo que tenía que hacer en la tierra ahora está terminado. Y si miramos hacia atrás en el Salmo 22 y el Salmo 69, incluso podemos hacer una conexión con las escrituras a las que Jesús hace referencia en esa frase.
Jesús, siempre el maestro, siempre el que señala el camino, siempre el que nos ayuda a reconocer nuestras propias necesidades y las necesidades de los demás, tenía un propósito adicional para elegir esas palabras. Jesús estaba dando un recordatorio final, una súplica final desde la cruz, para que reconozcamos de qué se trataba su misión.
Jesús nos estaba dando una última palabra, una última manera de reconocer nuestra propia necesidad de un salvador, una última manera de reconocer que todos estamos verdaderamente sedientos.
Nosotros tenemos una forma de pensar que en realidad no tenemos ninguna necesidad, o al menos necesidades con las que alguien más pueda o deba ayudarnos. Nos educan para tener confianza en nuestras propias habilidades, seguridad en nosotros mismos desde niños nos enseñan que podemos hacerlo todo por nosotros mismos. También te puede interesar leer nuestro articulo
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Nos educan para pensar que si tenemos necesidades, o necesitamos la ayuda de alguien más, somos débiles, perezosos o incompetentes. Es la misma filosofía que se esconde detrás del sueño americano, ¿no?, Si trabajas lo suficiente y tienes suficiente empuje, puedes tener cualquier cosa.
Nos hemos convertido, en cierto sentido, en nuestros propios dioses. Jesús, en esas dos palabras "Tengo Sed", al igual que con la mujer en el pozo, nos dirige a pensar en nuestra necesidad de un salvador; en nuestra propia sed de agua viva.
En la cruz vemos la sed de Jesús, no sólo a nivel físico, no era solo una extrema necesidad física provocada por la pérdida de sangre, sino una sed a nivel divino, expresando su anhelo de que lleguemos a conocerlo y amarlo.
La sexta palabra “Consumado es.” Mateo 27:46 y Marcos 15:34
Con esa sexta palabra "Consumado es". ¿Qué quiso decir el Señor con esta expresión? Fundamentalmente, el significado es: ¡Misión cumplida! ¡Salvación efectuada! ¡Rescate pagado!
En el momento de la muerte de Jesús, el rescate del pueblo de Dios fue completado, fue una obra de liberación perfecta y definitiva a la que no se le puede añadir nada.
La expresión "consumado es", es una sola palabra en el griego, nos enseña que Cristo es el sustituto perfecto y efectivo, el único capaz de salvarnos de una vez para siempre: "porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados." (Hebreos 10:14).
Morir no suele considerarse como una demostración de poder. Para este mundo, la muerte está relacionada con la debilidad, el fracaso, la derrota y la impotencia. Pero la muerte de Jesús fue muy diferente.
Aun cuando pueda resultar sorprendente, el caso es que la muerte Jesús fue una demostración contundente de autoridad, victoria, éxito y control absoluto sobre todas las cosas.
"Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu." (Juan 19:30). A simple vista, estas palabras no suenan a victoria, ¿verdad? Seamos honestos, no parecen palabras de triunfo en absoluto, más bien todo lo contrario. ¿Qué clase de poder puede haber en estas palabras? ¿Qué tipo de éxito puede haber aquí?
Desde una perspectiva humana, un hombre clavado en una cruz no parece ser muy poderoso, ni exitoso y mucho menos parece tener control de lo que le está pasando. No obstante, a pesar de las apariencias, en la cruz del calvario Jesucristo hizo un despliegue de poder sin precedentes en la cruz del calvario pues ese fue el precedente para vencer incluso a la misma muerte. También te puede interesar leer nuestro articulo
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Con estas palabras "Consumado es" vemos la sanación de la creación. La ira de Dios es satisfecha. Su compasión es entregada a Su pueblo y somos dotados de libertad, limpieza y gracia.
La séptima palabra “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. Lucas 23:46
Esta séptima y ultima expresión de Jesús en la cruz del calvario, y se le conoce como la palabra o la expresión de confianza.
Dios soberanamente eligió a un médico como Lucas para que prolijamente relate los momentos finales de la vida de Jesús de una manera históricamente precisa.
Parece como si fuera un reportero de una cadena de televisión reportando en el noticiero de la noche: Eran las tres de la tarde, y todo estaba oscuro. Había reportajes de un misterioso rasgado del velo del templo de Jerusalén, y Jesucristo pronunció Sus últimas palabras desde la cruz: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu".
Eso fue todo. El relato es específico y concreto. Se dice la verdad y punto. No hay ningún comentario emocional y solo se relatan los hechos tal como Lucas los entendía. Pero, aunque el relato es concreto y sencillo, cada palabra final de Cristo revelaba mucho en cuanto a la manera en que Él murió y la manera en que nosotros debemos vivir.
Las manos en la escritura simbolizan cuidado, protección, cobertura, por eso la expresión de Jesús al pronunciar esas palabras y lo que trataba de enseñarnos, es que hoy nosotros debemos saber en manos de quién encomendamos nuestra vida.
Dependiendo en las manos en las que estemos, se definirá nuestra vida y el destino que tendremos, el verdadero valor de las cosas no es el que tienen ellas por sí solas, sino en manos de quién están.
Si aún no has encomendando tu vida en las manos de Jesús, debemos recordar que Él dijo, que sus ovejas escuchan su voz y Él nos escucha a nosotros. También puedes leer
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El mensaje en las ultimas 7 palabras de Jesús
Las últimas palabras de una persona a menudo se consideran de gran importancia, capturando la esencia de su vida y legado. En el caso de Jesucristo, las siete declaraciones que pronunció desde la cruz no solo son profundamente conmovedoras, sino que también encapsulan la esencia de Su misión redentora y Su carácter divino.
En esas ultimas siete palabras Jesús nos muestra perdón, su promesa de salvación, unión y protección, ahí en la cruz del calvario, en el Gólgota, Jesús sufrió de la forma mas brutal que puedas imaginar y lo hizo con gozo y satisfacción sabiendo que era por ti, su dolor era mas tolerable porque sabia que si no lo recibía Él, entonces lo recibirías tu, esa sed en Él sigue presente, porque aun te anhela, aun te ama y aun te quiere cerca de Él.
Deja que Jesús te muestre personalmente su plan de salvación, Dios esta interesado en ti, no importa en que condición te encuentres, escucha su voz y acude a su llamado de salvación, que ese sacrificio en la cruz del calvario no sea en vano, al igual que el ladro, tu también puedes estar en el paraíso.