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Rut 1:16 Un ejemplo de Fidelidad


EL ORIGEN DE RUT LA MOABITA
Rut y Noemí en el campo de espigas

La historia de Ruth retrata el amor sacrificial y la redención a pesar de las abrumadoras probabilidades. Rut una mejer Moabita, se casó con el miembro de una familia judía pero pronto se convirtió en una viuda indigente, junto con su suegra.

Ruth, la bisabuela del rey David, no nació judía, sino que se casó en una familia judía. Su suegra era Noemí. Su familia abandonó Israel por un tiempo debido a una hambruna severa, y el esposo de Noemí y sus dos hijos murieron, dejando tres viudas: Noemí, Rut y su otra nuera, Orfa.

Para Noemí, quedar viuda y sin hijos fue una gran tragedia. Cuando Noemí vio su desolación, instó a las mujeres a regresar a las casas de sus padres con la esperanza de que pudieran casarse nuevamente. Después de un adiós entre lágrimas, Orfa partió, pero Ruth se negó a dejar sola a su suegra.

La historia termina felizmente cuando termina la hambruna y regresan a Israel. Rut encuentra el favor de un buen hombre llamado Booz que es un “pariente-redentor”. Esto significaba que él era uno de los pocos miembros de la familia a quienes la ley permitiría hacerse cargo de la familia y poseer las tierras ancestrales. 

Booz se casa con Rut y se hace cargo de Noemí. Este pasaje es tal declaración de lealtad que se ha usado tradicionalmente como un voto matrimonial, aunque originalmente fue lo que Rut le dijo a Noemí. (Puedes leer mas en La Historia de Rut la Moabita)

DESGLOSANDO LAS  PALABRAS CLAVES DE RUT 1:16


No me ruegues que te deje y me aparte de ti


Nohemí prácticamente le había dado una orden a Ruth para que la dejara. Este es un verdadero ejemplo del amor de Dios. Noemí buscó desinteresadamente despedir a Rut por su propio bien, aunque entonces Noemí estaría verdaderamente sola e indefensa. Quería lo mejor para Ruth, y la puso antes que a su propio bienestar. 

Rut amaba a Noemí con la misma intensidad y desinterés, esto queda mas que claro cuando ella se negó a irse y dejar a Noemí a su suerte. Ella vio que su nuevo Dios, el Dios de los judíos, la había puesto en esta familia, y estaba decidida a ser leal a ella ya él.

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Adonde quiera que tu fueres, iré yo, y donde tu vivieres, viviré


Rut le dijo a Noemí que ella era ahora su hogar, donde ella estuviere ahí estaría su hogar, su lugar seguro. El lugar físico para Rut era irrelevante, Dios las había puesto juntas, y nadie las separaría. Este voto que hizo Rut a Noemí debería de ser un ejemplo de fidelidad para cada uno de nosotros hacia Dios, que nuestro amor y nuestro agradecimiento sea lo que haga expresar esa fidelidad que mostró Rut, en palabras sencillas Rut estaba diciendo a Noemí "Estuviste junto a mí todo este tiempo, fuiste mi familia y una madre para mí, mientras hubo abundancia y bendición permanecimos juntas y ahora que viene la dificultad es mi momento de sustentarte, la adversidad no me va a separar de ti, al contrario, vamos a estar mas unidas y juntas saldremos adelante", que precioso es cuando un hijo de Dios permanece fiel sin importar las circunstancias, cuando su obra nos necesita, cuando las almas nos necesitan, que bueno es permanecer ahí para Dios cuando todos abandonan.

El compromiso inquebrantable de la joven viuda de seguir a Noemí proporciona también una hermosa descripción de la conversión cristiana. Con sus palabras, “A donde quiera que tú vayas, iré yo”, Ruth hizo una separación definitiva de su forma de vida pasada, estaba diciendo "no pienso volver a Moab". Convertirse en un seguidor de Jesucristo también implica una decisión fundamental y una ruptura con el pasado, cuando decidimos seguirle "No podemos volver al mundo, retroceder no puede ser una opción."

Tu pueblo será mi pueblo


Rut renunció a su pueblo y reclamó al pueblo de Noemí—el pueblo de Dios—como suyo. Viviendo como pagana en Moab, Rut habría adorado a muchos dioses. Pero por la confesión de la joven, el Dios de la anciana, el Dios de Israel, se convirtió en el Dios de Rut. Ahora Rut adoraba al Único Dios Verdadero. 

El apóstol Pedro afirma que los cristianos son “un pueblo ESCOGIDO. . . REAL SACERDOTE, NACION SANTA.” (1 Pedro 2:9–10).

Rut también estaba diciendo cualquier amigo tuyo es amigo mío. Esta es nuevamente una verdadera declaración de lealtad. Habla de un tipo de vínculo que es especial. Nuevamente, uno no puede dejar de pensar en nuestro voto hacia Dios, su palabra dice que si le amamos a Él debemos de amar también a los suyos, cuando dañas a alguien que es hijo de Dios, estas dañando a Dios, un ejemplo claro es cuando Saulo perseguía a la iglesia para matarlos, cuando Jesús se le apareció las palabras a Saulo fueron "¿Porque me persigues?", Saulo luego quiere saber quien le esta hablando y la respuesta fue "Yo soy Jesús a quien tu persigues" (Hechos 9:5)

Cuando amamos a Dios, amamos su creación, sentimos compasión por esas almas que necesitan de Dios como un día necesitamos nosotros. La expresión tu pueblo será mi pueblo expresa una muestra de respeto, amor y lealtad ya no solo hacia Noemí sino también hacia su familia y su pueblo.

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Tu Dios será mi Dios


Aquí está el fundamento de las declaraciones anteriores de amor y lealtad. Rut no nació judía, pero adoptó el Dios de Noemí como propio. Fue un llamado de Dios que evitó que Rut abandonara a Noemí en su miseria. Fue en Dios en quien pusieron su confianza, y fue Dios quien proveyó un redentor en Israel. 

Nuestro amor por Dios debe sustentar todas nuestras acciones, y nuestra fe en Jesucristo, debe ser la fuente de nuestra gran esperanza y actos de devoción.

APLICANDO LAS PALABRAS DE RUT A NUESTRA VIDA


Convertirse en cristiano significa estar unido a Jesucristo (1 Corintios 3:23). Por gracia por medio de la fe, nos aferramos a Él (Efesios 2:8 ; 1 Juan 2:28). Dejamos atrás nuestra antigua ciudadanía e identidad y nos convertimos en nuevas criaturas en Jesucristo (Colosenses 3:10 ; Efesios 4:24). Decimos adiós a la oscuridad del pecado y vivimos a la luz de Su reino (Efesios 5:8–14). El Señor Soberano se convierte en nuestro Dios, y Su pueblo se convierte en nuestro pueblo (Efesios 2:19–22). Renunciamos a nuestra antigua forma de vida por nosotros mismos; tomamos nuestra cruz y lo seguimos (Marcos 8:34).