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La Fe y el Creyente


LA FE Y EL CREYENTE (HEBREOS 12: 1-29)

Biblia abierta, la fe y el creyente

A. PREPARACION DEL TEMA SOBRE LA FE Y EL CREYENTE:


1. Bosquejo:

a. Nuestro ejemplo, Jesucristo (12:1-2)
b. La Disciplina Resulta en el Desarrollo Espiritual (12:3-11)
c. Una Exhortación a la Paciencia (12:12-17)
d. Una Advertencia contra la Apostasía (12:18-29)

B. LA FE Y EL CREYENTE: DESARROLLO, DEL TEXTO


1. Nuestro Ejemplo, Jesucristo (112:11-2)


Las palabras conectivas “Por tanto” (12:1) unen la exhortación que sigue al gran conjunto de testigos del capítulo 11. Usando palabras figurativas, el escritor representa al creyente cristiano como un corredor en una carrera en un gran estadio, circundado por espectadores

El escritor nos incita a correr la carrera que tenemos por delante.” Todo el recorrido tiene que ser cumplido; ningún atajo o extra “viaje de turismo” que consumiría tiempo, sino “corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante.”

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Además, él insiste que “despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia.” El pecado, una vez reconocido como tal, generalmente es más fácil ponerlo a un lado que el “peso.” Pero, estamos en la carrera cristiana para ganar y los pesos impiden nuestro progreso también, y tienen que ser echados a un lado.

¿Cuál es la diferencia? ¿Cómo puede hacerse distinción entre un peso y en pecado?


Un pecado, como todos concordamos, nos estropea y nos quita de la carrera cristiana si es permitido quedarse en nuestras vidas. Aunque un peso puede ser reconocido como algo menos que el pecado que impide su correr, también es un elemento que estropea y puede hurtar su victoria. 

Querer guardar tales cosas es tan tonto como querer ponerse un abrigo en la carrera en el estadio. No hay nada malo con el abrigo, pero un corredor no tiene ninguna necesidad de usarlo. En verdad, el mejor abrigo viene a ser un peso e impedimento a su progreso. Entonces, es mejor echarlo a un lado.

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El cristiano hará bien en reconocer este principio en la carrera cristiana. ¡Tenemos que ganar! Nuestras actividades diarias deben ser gobernadas por la regla siguiente: ¿Qué ganancia hay en esto para mí como cristiano? ¿Impedirá o ayudará a mi progreso?; y no por decir: “Si no puede probar que es un pecado, lo guardaré. Me gusta, y es asunto mío lo que hago.” “Despojémonos de todo peso. . .” ¡Porque tenemos que ganar!

“Corramos . . . puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe. . .” (12:2). Pedro quitó sus ojos de Jesús y empezó a hundirse. Si fijamos nuestros ojos en cualquier elemento que distrae, el resultado será el mismo. ¡Jesús es nuestro gran ejemplo, El sufrió la cruz, menospreció el oprobio, El venció y se sentó en victoria sobre la muerte, el infierno y el sepulcro!

2. La Disciplina Resulta en el Desarrollo Espiritual (12:311)


Cuando usted está abatido, “Considerad a aquel. . .” (12:3). Recuerde, “Aún no habéis resistido hasta la sangre” (12:4) como El hizo. Además, no olvide que “el Señor al que ama, disciplina” (12:6). Entonces “no menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por él” (12:5). 

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Soportar la disciplina es permitir a Dios que trate con nosotros como hijos (12:7). Ser sin disciplina es ser sin padre. Por tanto, debemos dar gracias a Dios cuando viene la disciplina, pues por ella llegamos a ser participantes de Su santidad (12:10). Aunque nunca es agradable, siempre “da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados” (12:11).

3. Una Exhortación a la Paciencia (12:12-17)


“Por lo cual. . .” (12:12) (por estas razones) dice el Apóstol, siendo que Jesús sufrió la muerte para su salvación; siendo que Ud. nunca ha derramado sangre en su resistencia al pecado; siendo que aun sus pruebas son expresiones del amor de su Padre Celestial para Ud.; y siendo que las disciplinas son para ganancia de Ud. en sus resultados, seguramente Ud. nunca abandonará la fe cristiana.

Otra vez, Pablo nos exhorta a la paciencia a través de cumplir nuestros deberes con (1) nosotros mismos, (2) nuestros hermanos creyentes, y (3) nuestro Dios.

a. Nuestro Deber con Nosotros Mismos (12:12, 13, 15). 


Volviendo a la metáfora de la carrera, el Apóstol ruega a sus lectores que permanezcan resolutos y fuertes en la presencia de las pruebas. Los términos “manos,” “rodillas,” y “pies” representan poderes de acción, moción y progresión (12:12-13). 

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Esto se refiere a la vida personal de cada creyente. Cada individuo debe andar en el “camino de santidad” de tal manera que deje sendas derechas que aun los cojos no tropezarán.

Ud. puede mirar las fallas de otros y permitir que una raíz de amargura brote y contamine su corazón. Ud. no puede controlar a otros; es inútil tratar. Pero, Ud. puede mantener puestos los ojos en Jesús el autor y consumador de la fe.” Esto le guardará de contaminación por una raíz de amargura.

b. Nuestro Deber con Nuestros Hermanos Creyentes (12:14-15). 


Una actitud vengativa hacia otros no es cristiano. Debemos seguir la paz con todos y como todo el versículo implica, debemos tener un genuino cuidado fraternal para todos. Una persona con una raíz de amargura puede dañar todo el cuerpo.

Guardar malicia en el alma no sólo impide el crecimiento de esa alma, sino que destruye la iglesia. Tenemos un deber con nuestro hermano creyente de adherirnos a principios cristianos de conducta.

c. Nuestro Deber con Dios (12:14, 16, 17). 


No sólo debemos seguir la paz con todos, sino en términos no inciertos somos instruidos, “y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.” Dios es puro y santo; como Sus hijos, nosotros también, tenemos que ser santos al Señor. La santidad tiene que ser perseguida o buscada. Para ser santo tenemos que crucificar la carne, renunciar al mundo y resistir al diablo.

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“No sea que haya algún fornicario, o profano, como Esaú. La palabra “profano” aquí se refiere a una persona que es mundana, común y seglar; uno que no tiene nada de aprecio para las cosas espirituales; uno que piensa de las cosas del presente y lo que ofrece ganancia o placer inmediato.

Tal persona nunca cumplirá su deber con Dios. El seguirá donde sus deseos carnales y sentidos mundanos le guían. El ignorará a Dios. ¡Consideremos la advertencia y sigamos nuestro andar con Dios!

4. Una Advertencia Contra la Apostasía (12:18-29)


La comparación entre Sinaí y Sion exhibe un contraste emocionante entre la dispensación Mosaica y la dispensación cristiana. Esto es seguido por un ruego final a la constancia (12:25-29).

a. El Antiguo Pacto (12:18-21)


El Monte Sinaí, obscuro y tenebroso, es el escenario. Israel está reunido alrededor del pie del Monte, prohibido y temeroso de tocarlo. El Dios de Israel, inaccesible, ni está envuelto en obscuridad ni revelado en fuego. 

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Moisés extremadamente temeroso, no es capaz de proveer el acceso a Dios para la gente por medio de su intercesión. La sangre esparcida sobre el pueblo, ratifica el Pacto, pero no puede limpiar la conciencia. El sonido de la trompeta y una voz de palabras se escucha que inspira temor.

Así fue cuando el Antiguo Pacto fue dado y el escritor de Hebreos recuerda a sus lectores, “Porque no os habéis acercado al monte. . .” Luego, él presenta el contraste con el Nuevo Pacto.

b. El Nuevo Pacto (12:22-24)


“Sino que os habéis acercado al monte de Sion. resplandeciente con luz y coronado con la Ciudad de Dios. Hay coros de ángeles reunidos. Ud. está en la iglesia aceptada de los primogénitos. Tiene acceso a Dios mismo. El es accesible, sin terror, y llevando el papel de nuestro mediador. Su sangre, siempre limpiadora de expiación completa habla paz y perdón para todos los que la tienen aplicada a su alma.

¡Qué contraste! ¿Quién quisiera volver al antiguo pacto? No podrían aunque quisieran realmente; ya no existía. . ¡La fe es el mejor camino! ¡La Fe es el único camino!

c. La Advertencia Fuerte contra la Apostasía (12:25-29)


Este pasaje es una exhortación sincera y contiene tres fuentes de advertencia:

(1) De la Historia Hebrea (12:25) 

Aprendemos que “no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra” por medio de Moisés y los profetas. Como resultado fueron castigados. ¿Cómo podemos esperar en escapar si ignoramos “al que amonesta desde los Cielos”?

(2) De la Profecía Hebrea (12:26-27) 

Vemos que El que conmovió la tierra ha prometido conmoverla otra vez, y no solamente la tierra, sino también el cielo. Sólo las cosas inconmovibles” quedarán (12:27).

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“Así que. . .” (12:28) (o por tanto que) tenemos “un reino inconmovible; tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia.” Es claro que debemos permanecer en el “reino inconmovible,” porque algún día El conmoverá los cielos y la tierra.

(3) De la Teología Hebrea (12:29) 

Escuchamos a Pablo citar de Deuteronomio 4:24, “Porque Jehová tu Dios es fuego consumidor.” Inmutable, el Gran Dios de los cielos y la tierra todavía es un fuego consumidor contra el mal, así como lo fue en el Monte Sinaí. Su naturaleza no ha cambiado, y si descuidamos é ignoramos Su provisión y voluntad en esta dispensación, el día del juicio será para nosotros un día terrible.