Bienvenido a Reflexiones y Sermones Cristianos

Enseñanzas Cristianas, Sermones Cristianos, Temas Cristianos, Temas Bíblicos para predicar y Enseñar

Caminando en el desierto Isaías 43:19


CUANDO CAMINAMOS EN EL DESIERTO 

Hombre exhausto en medio del desierto

Isaías 43:19 "He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad."

Queridos amigos, muchos hemos escuchado hablar de los desiertos en la vida del cristiano, muchas veces hasta deseamos que nunca tengamos que atravesar ningún desierto, pero por mas que queramos evitarlo el desierto espiritual llegará tarde o temprano. Simplemente lo hará. No se puede evitar.

Ese desierto son esas semanas, meses y años secos, a menudo son muy dolorosos, cuando pasamos por esos desiertos Dios parece estar tan lejos y luchamos por encontrar restauración y gozo. La lucha en ese desierto nos deja exhaustos y aislados, y sentimos que no nos queda nada.

El camino hacia el desierto puede ser variado: la muerte de un ser querido, una enfermedad, el divorcio o un hijo pródigo, relaciones rotas, el agotamiento que obtenemos de servir y servir y servir. Puede ser un momento en el que nos enfrentamos a nuestro propio pecado secreto o a un ídolo que se nos ha derrumbado en las orejas. Puede ser cuando el quebrantamiento de otras personas nos roza y nos hiere profundamente.

Es en el espacio entre la esperanza y la realidad donde emerge nuestro desierto: la decepción y el dolor por las esperanzas de vida incumplidas, la esterilidad que frota heridas abiertas en nuestros corazones y nos roba la fuerza. Cuando nos encontramos con obstáculos, nos acostamos (espiritualmente hablando) demasiado cansados ​​y fatigados para saltar el muro que tenemos enfrente. (También te puede interesar El Cristiano y la Soledad)

La experiencia del desierto


Toda la Escritura tiene como tema el desierto. En el momento en que Adán y Eva pecaron, perdieron su exuberante jardín donde caminaban con Dios todas las noches y se encontraron en un desierto donde lucharon y trabajaron duro producto de su pecado. En el momento en que se rompió su relación con Dios, sus vidas se vieron afectadas por el pecado y la muerte.

La Biblia es auténtica en su descripción de la experiencia del desierto. Deja en claro que el viaje por la vida es difícil tanto para los cristianos como para los no cristianos. Está lleno de muchos momentos en los que la oscuridad y el dolor parecen no tener fondo.

Estos son solo algunos de los auténticos momentos del desierto que la Biblia captura:

Los israelitas vagaron por el desierto durante 40 años (¡40 años!) sin hogar y sin amarras, sin un lugar al que pertenecer hasta que la generación desobediente se fue (Números 14: 26-40, Deut. 1: 34-40).

Noemí pierde a su esposo e hijos y regresa a su patria vacía y amargada Rut 1:19-21 (Puedes leer mas de esta historia en nuestro articulo Rut 1:16 Un ejemplo de fidelidad)

Elías, exhausto por la batalla contra los malvados Acab y Jezabel, huye al desierto, lamentándose (erróneamente) de estar solo en la lucha (I Reyes 19:1-18).

Job se desespera por su vida mientras se sienta en las cenizas, con llagas cubriendo su cuerpo, lamentando la pérdida de sus hijos y riquezas (Job 3: 1-26). Los consejos de su amigo en capítulos posteriores no ayudan en su dolorosa situación.

Angustiado, Jesús, solo (mientras los discípulos duermen porque no pueden soportar su dolor), suda gotas de sangre al enfrentarse a la muerte en la cruz (Lucas 22, 41-45).

Pablo pone palabras a la lucha en 2 Corintios 1:8-9: “Pues fuimos abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas, de tal modo que aun perdimos la esperanza de conservar la vida”.

La Biblia no está ciega al sufrimiento de esta vida quebrantada, Jesús mismo nos advirtió que en este mundo tendríamos aflicciones (desiertos que tendríamos que pasar) pero a esa afirmación agrega una promesa gloriosa "Confiad, Yo he vencido al mundo", Juan 16:33, que maravilloso es saber que nuestro Dios irá con nosotros en ese desierto y nos sostendrá, solo tenemos que Confiar en esa promesa y Dios hará el resto.

Espejismos en el desierto


En mis propios viajes por el desierto, a menudo veo espejismos; esos problemas brillantes donde las cosas no son reales, comparaciones que dejan un gran descontento mientras hago girar la rueda del “y si”“¿y si hubiera hecho X cosa?”, “¿y si esa persona hubiera hecho Y cosas?”.

La realidad de que las personas que amo no cumplen sus promesas me abruma con dolor y pérdida que no puedo expresar y en mi mente se juntan pensamientos de injusticia e ira, se arremolinan hasta que es difícil ver cosas buenas en mi vida, eso es lo que muchas veces sentimos cuando empezamos a ver los espejismos del desierto, son producto del calor de la prueba, la deshidratación espiritual (Falta de la presencia de Dios en nosotros), son producto de la falta de alimento que muchas veces tenemos (Palabra de Dios), no hay sombra que nos proteja porque no nos congregamos, no hay quien nos brinde agua porque no acudimos a nuestros pastores o líderes, no hay quien nos diga que lo que vemos es solo un espejismo porque nos aislamos de aquellos que nos pueden ayudar, y es entonces que esos espejismos del desierto acaban con nosotros.

Las palabras que usamos durante los tiempos desérticos de nuestra vida, son: cansado, desgastado, amargado, enojado, abrumado, desesperado, evitado, ansioso, atrapado, sin esperanza, aislamiento. (Te puede interesar leer La protección divina en la cueva de Adulam)

Durante nuestro camino por el desierto a veces nos enfureceos por las injusticia y el dolor en la vida hasta que nuestras heridas amenazan con convertirse en amargura. Cuidamos de nuestro dolor, refunfuñando y culpando a otros de lo que nos pasa, todos tienen parte de culpa, menos nosotros, a veces hasta empezamos a sentir que la amargura se siente bien; que es un enojo justificado que nos  hace sentir bien, de alguna manera el enojo es justo según nosotros y nos sentimos con derecho a estar enojados.

Sin embargo, es en medio del quebrantamiento que anhelamos de alguna manera la libertad del oasis de Dios. Anhelaos los manantiales abundantes de la gracia y la sabiduría de Dios. Queremos que esos manantiales nos remodelen y nos den vida, pero a la misma vez no estamos seguros de entregarle el control de todo a Dios. Nos preguntamos si Dios es realmente suficiente para revivir mi vida seca y sedienta, si Dios aún quiere darnos vida, si  Dios no esta enojado con nosotros y tantas preguntas que nos agobian y nos hacen sentir que nos quemamos y morimos en ese desierto.

El que nos rodea


Sin embargo, afortunadamente, Dios nunca nos dejará solos en el desierto.

Por experiencia personal puedo decir que en cada uno de mis desiertos, Dios se me acerca aun cuando yo me alejo. Cuando finalmente miro hacia Dios, Él me ha permitido lamentar mi dolor sin vergüenza ni culpa. Suavemente Dios me refina. Dios me recuerda que no estoy atrapado por mis sentimientos o las expectativas de los demás:

“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mat. 11: 28-30).

Solamente recuerde como Dios cuidó a los israelitas mientras vagaban por el desierto guiándolos como una columna de nube durante el día y una columna de fuego durante la noche (Éxodo 13: 21-22). No dejó solo a su pueblo. Él cumplió las promesas de su pacto incluso cuando su pueblo se rebeló, Dios siempre permanece fiel. (Puedes leer también nuestro articulo No te dejaré ni te desampararé)

Deuteronomio 32:10 “Le halló en tierra de desierto, Y en yermo de horrible soledad; Lo trajo alrededor, lo instruyó, Lo guardó como a la niña de su ojo”.

Es maravilloso este idioma, el idioma del Amor de Dios, es hermosa la protección y la compasión de Dios; y a buena noticia querido hermano es que Dios no cambia, el Dios que rodeó y cuido de los israelitas es el Dios que todavía nos cuida a mí y a usted en el desierto sin importar cómo llegamos allí.

Permaneciendo en Cristo


En nuestros tiempos de desierto muchas veces afloran debilidades y dudas, en el desierto, hay momentos en que nos sentimos tan perdidos, tan cansados, tan solos, tan confundidos, tan desesperados, esos son los momentos en los que podemos alejarnos de nuestro propio entendimiento y orgullo y caer en los brazos de nuestro Dios, nuestras emociones nos están hundiendo y tenemos que poner nuestra confianza en algo más sólido, y ese es Jesucristo, la roca inconmovible Mateo 7:24-25 "Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca." Puede venir de todo contra nosotros, pero Dios nos mantendrá firmes.

Es en el desierto donde podemos poner auténticamente nuestra dependencia en Dios. No porque nuestras emociones lo digan sino porque, a pesar de nuestros sentimientos, sabemos que Dios es el único que tiene la última esperanza.

En el desierto, tenemos dos opciones:
  1. Podemos dejar que nuestras emociones nos lleven a la amargura y la rebelión, 
  2. Podemos abrir nuestro corazón a Dios sabiendo que Él es lo suficientemente grande como para escuchar nuestro llanto y nuestra ira y poder caminar hacia él con fe.

Es en el desierto donde nos encontramos cara a cara con la realidad de nuestro quebrantamiento. Quizás no somos muy buenos orando, pero queremos serlo, y a pesar de querer en la vida diaria normal, nos distraemos y dejamos de orar, cuidado, porque en el desierto es indispensable el agua (La oración trae la presencia de Dios como aguas de manantial)

Por eso cuando estamos en el desierto necesitamos orar a Dios, podemos recurrir a los Salmos para ayudarnos a poner palabras a nuestros sentimientos. En lo profundo de nuestra alma, sabemos que la fuerza de Dios nunca fallará, incluso cuando la nuestra sí lo hace.

Y ahí, mientras oramos, leemos y buscaos, Dios nos limpia de nuestro autoengaño y limpia los ídolos en los que tontamente pusimos nuestra esperanza (Un hijo, un familiar, un esposo, un amigo, un trabajo, etc). 

Cuando esperamos en Dios


La esperanza es a menudo una palabra débil en nuestra cultura. Esperamos hacia la incertidumbre.

“Espero que no llueva mañana”.
“Espero poder llegar a la fiesta”.
“Espero que mis hijos salgan bien”.
“Espero conseguir el trabajo”.
“Espero que el cáncer no regrese”.

Pero, ¿Qué deparará el futuro? La Biblia expresa esperanza con fuerza. Es una certeza cuando ponemos nuestra esperanza en el Dios vivo. Nuestro Dios es aquel que nos lleva en el desierto. Él es fiel y sostiene seguro nuestro futuro porque nos da un camino cierto en Cristo (Romanos. 5:3-5; Gálatas 5:5; Efesios 1:18-23; I Tesalonicenses 5:8-11; Tito 2:13-14, 3:4-7).

La belleza del Evangelio es que no nos avergüenza en nuestros tiempos de desierto. Nos permite lamentarnos y derramar nuestros corazones en el espectro de sentimientos que nos llegan. Y luego nos señala a Jesús y nos consuela en un Salvador que sabe por lo que estamos pasando y que también nos entiende.

  1. Él conoce nuestra desesperación porque Él mismo se desesperó.
  2. Él conoce la traición porque Él mismo fue traicionado.
  3. Él conoce la injusticia porque sufrió un horrible sufrimiento injusto en la cruz.

Jesús sabe lo que es estar en el desierto y no aparta la mirada. Jesús nos abraza plenamente con compasión y nos da una esperanza fortalecida que conoce un futuro cierto, porque resucitó de entre los muertos.

Su derrota de la muerte significa que tenemos la esperanza de que nuestras lágrimas en el desierto no sean para siempre. Un día Jesús regresará y “enjugará toda lágrima de (nuestros) ojos, y la muerte no será más, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas han pasado” (Ap. 21: 4).

Si estás en un desierto espiritual, ¿Cómo te lamentas? ¿Hacia Dios? ¿O en ira y amargura? ¿Qué necesitas poner para que el Buen Pastor pueda cuidar de ti? (Puedes leer también nuestro artículo A los que aman a Dios todas las cosas les ayudan a bien)

Si alguien que conoces está en un desierto espiritual, ¿Cómo lo estás amando?, ¿Cómo lo estas ayudando?

La próxima vez que pases por un desierto recuerda que "Dios hace cosas nuevas; pronto saldrá a luz;", Dios va contigo en ese desierto y "abrirá caminos en ese desierto, y ríos en la soledad"