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La tolerancia de Elí con sus hijos


¿QUIEN ERA ELI?

Hombre con su boca tapada tolerando pecado

Elí el sacerdote tolerante


Eli era el sacerdote y juez de Israel, ocupaba el cargo más alto y de mayor responsabilidad entre el pueblo de Dios. Tenía el espíritu de la persona pensante promedio y amaba la paz.

Desde que fue exaltado al oficio de sumo sacerdote, su posición era la más alta en la tierra. Podía decir: "Comeré, beberé y disfrutaré de las ventajas que tengo. Los ojos de todo Israel están puestos en mí. Soy su líder. Yo doy las órdenes. Lo que hago está bien. Mis hijos son los hijos del sumo sacerdote. Que sean los líderes de otros niños. Que hablen y que otros niños los miren. La nación lo quiere así. Quieren que los dirijamos". Así fue como Eli se relajó. La ambición de su vida se había realizado.

Eli tenía dos hijos y, como es típico de los padres, estaba orgulloso de ellos. En aquellos días y en ese país los hijos eran una indicación de las bendiciones de Dios.

Supongo que mientras miraba a los dos niños pequeños con los que Dios lo había bendecido, Elí se dijo a sí mismo: "Algún día ustedes serán los sumos sacerdotes de Dios en mi lugar. ¡Qué honor! ¡Qué bendición! Mi casa será la guía de Israel en los años venideros."

Los hijos de Elí


Los dos hijos de Elí se llamaron Ofni y Finees. Eran niños pequeños y dulces. Hicieran lo que hicieran, Eli pensó que era inteligente. Estaba lejos de ser un padre severo, exigente o autoritario. Si hacían algo mal, Eli les decía con su estilo despreocupado: "Ahora, muchachos, sean buenos". Y eso fue todo lo que hubo. Debido a que aprendieron que podían salirse con la suya en cualquier cosa que quisieran, los hijos de Eli no aprendieron la reverencia a los padres o a Dios. La vida era fácil; no tenían que trabajar para ganarse la vida.

Elí en lugar de considerar la educación de sus hijos como una de sus responsabilidades más importantes, trató el asunto como de poca importancia, su pensamiento quizás fue, todo saldrá bien, solo hay que dales tiempo. Y eso era todo lo que el diablo necesitaba: TIEMPO.

Elí complacía a sus hijos en todo lo que deseaban. Todo lo que un pequeño gemido o llanto pudiera hacer que su padre supliera, fue provisto para sus hijos mimados. Como resultado, Elí "descuidó la obra de prepararlos para el servicio de Dios y los deberes de la vida". Sin embargo, esto era lo que más deseaba que hicieran: servir en la obra de Dios. 

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El tolerante Eli le falló a sus hijos y ahora los hijos le fallaron a su padre. Se volvieron indiferentes a las cosas espirituales. Los sacrificios y las ofrendas no tenían sentido para ellos. Solo vieron la carne, el alimento y el beneficio personal, y no al Salvador hacia el que apuntaban los servicios. La vida era para ellos un carnaval y el santuario se convertía sólo en un medio para satisfacer sus deseos.

El pueblo de Israel y Elí


La gente fue tan maltratada que muchos dejaron de ir al templo. La espiritualidad de la nación declinó. Esto no solo fue culpa de los hijos de Eli, sino que, por supuesto, se remonta al tolerante Eli. No era el padre que debería haber sido. "Dios consideró a Elí, como sacerdote y juez de Israel, responsable de la posición moral y religiosa de su pueblo y, en un sentido especial, del carácter de sus hijos"..

Debido a la posición de Eli, todo Israel lo miraba como un ejemplo a seguir. "Su vida familiar fue imitada en todo Israel. Los funestos resultados de su manera negligente y amante de la comodidad se vieron en miles de hogares que fueron moldeados por su ejemplo". ¡Qué tragedia! Nos lleva seriamente a considerar la pregunta: ¿Qué ven nuestros miembros en nuestro ministerio?

La tolerancia de Elí y su resultado


Eventualmente, toda la maldad de los hijos de Eli fue llevada a su atención, y si hubiera actuado como debería hacerlo un sumo sacerdote, habría destituido a sus hijos de los puestos que ocupaban, pero no lo hozo ¿Porque?, “Temía traerles desgracia pública y condenación, los sostuvo en las más sagradas posiciones de confianza y hasta les permitió mezclar su corrupción con el santo servicio de Dios”. Así, Elí antepuso el honor de su propia familia antes que el honor de Dios.

Los pecados y las malas tendencias nunca deben ser tolerados. Cuando lo hacemos, el diablo consigue un punto de apoyo. Estas cosas deben ser cortadas de raíz. A veces decimos que los niños son demasiado pequeños para ser castigados; esperar a que sean mayores. Así, los malos hábitos se dejan fortalecer hasta que se convierten en una segunda naturaleza para el niño a medida que crece.

Por sus maneras relajadas, pasivas y tolerantes, Elí causó la ruina de sus propios hijos y desvió a miles de sus compatriotas. Samuel tardó veinte años en llevar a Israel al lugar donde Dios pudiera bendecirlos nuevamente, veinte años para deshacer el pobre ejemplo de Elí, el sumo sacerdote tolerante.


¿Qué pasa con nuestras propias familias? ¿Hemos sido como Eli? Ya sean jóvenes o adultos, ¿tienen una mentalidad tan espiritual como te gustaría que fueran? No creas que el tiempo puede cambiar la situación. Los hijos de Elí tenían quizás cincuenta años cuando murieron. Llevaron el arca de Dios a la batalla sin preguntarle a Dios si debían ir o no. Debido a que guiaron mal a su pueblo, treinta mil israelitas murieron en el campo de batalla. Treinta mil muertes se atribuyeron a Ofni y Finees. Miles dejaron de venir al santuario por causa del mal testimonio y la tolerancia al pecado que mostró Elí con sus hijos.

Cuando Elí supo que el arca había sido tomada, reconoció que la gloria de Jehová se había apartado de Israel. Qué reprensión sería para un sumo sacerdote darse cuenta de que esto había sucedido bajo su mandato. El pensamiento de que fue su pecado lo que lo causó fue más de lo que podía soportar y su fuerza cedió. Él murió.

APLICANDO LA EXPERIENCIA DE ELI A LOS HOGARES Y A NUESTROS MINISTERIOS:


1. La indiferencia


Muchos son indiferentes en cuanto a la instrucción de sus hijos, muchos ni siquiera saben dónde están sus hijos o qué están haciendo. Nuestra juventud hoy en día peligra, y lo más preocupante es la actitud desinteresada de los padres, el mundo está educando a nuestros niños, jóvenes y adolescentes, está metiendo en sus cabezas su ideología por medio de la televisión, redes sociales y muchos otros medios, pero, ¿Qué estamos haciendo nosotros como padres?, estamos dejando que el mundo los instruya, los dejamos entretenidos con sus tablet o celulares para que no nos molesten y el diablo los trabaja desde temprana edad.

Dios desde tiempos antiguos a estado interesado en la instrucción de nuestros niños, los padres leían la ley a estos antes de dormir y al levantarse, ponían la ley de Dios en las puertas, en tablillas sobre sus frentes, no había ningún niño Judío que no conociese la Ley, pero ¿Cuándo fue la última vez que leíste la Biblia con tu Hijo?. ¿Cuándo fue la última vez que contaste una historia Bíblica a tu Hijo y le aconsejaste según la palabra de Dios?, ¿les estas enseñando la importancia de congregarse, de orar y de involucrarse en las actividades de la iglesia?; ¿Los estas instruyendo con tu ejemplo? si es así, se cumplirá Proverbios 22:6 "Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él"

2. Reverencia a lo sagrado y Divino


Nunca debe citarse la Escritura en broma o parafrasearse para señalar un dicho ingenioso. Los niños lo captarán y se volverán indiferentes a las Escrituras. Cada palabra de Dios es pura y debemos darle la reverencia y el respeto que se merece.

Lo mismo ocurre con todo lo concerniente al altar de Dios, los niños desde temprana edad deben ser instruidos para que cuando sean jóvenes comprendan que el púlpito no es para jugar, o que podemos participar del altar sin ninguna reverencia, Elí no enseñó esto a sus hijos y por eso perdieron el respeto a lo sagrado, no cometamos el mismo error y enseñemos a nuestros hijos desde ahora para que cuando sean adultos también puedan enseñar a la nueva generación.

3. Respeto a la casa de Dios


La casa de Dios a menudo es profanada por los hijos de los creyentes. En algunos casos, incluso se les permite correr por la casa de Dios, comer, jugar, hablar y manifestar su mal genio en las mismas reuniones donde los santos debemos adorar a Dios en la belleza de la santidad.

Cuando pienso en el respeto a la casa de nuestro Dios solo viene a mi mente "que los niños verán lo que nosotros les mostremos", todo empieza por los padres, si usted no le lleva juguetes al niño para ir a la iglesia, no tendrá el problema de estarle regañando para que no lo use a la hora del servicio.

Recuerdo una ocasión en que había vigilia en la iglesia, una hermana nos compartía una experiencia que tuvo con su niño de unos 4 años de edad, la hermana contaba como ella para no llevar muchas maletas por la vigilia que había, le puso al niño su pijama y le dijo nos vamos al culto, el niño le dijo que lo vistiera y la hermana le contesta que así lo llevaría ese día a la iglesia porque había vigilia, no daré tantos detalles de lo que pasó con el niño; lo que si le diré es que el niño se negó rotundamente a ir de pijamas a la iglesia, ¿Sabe porque? porque el niño había sido enseñado, le habían mostrado la reverencia a la casa de Dios.!.. La hermana compartía su testimonio de como Dios había dado una lección a su vida por medio de su pequeño. (Puedes leer también La Poderosa Oración de Jabes)

Enseñémosle a nuestros niños desde ahora no solo el respeto; sino también el amor y el cuido a la casa de Dios, que anhelen esa casa de Oración y puedan decir como el salmista David dijo "Mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos"

4. Obediencia


Se debe enseñar a los niños a obedecer... Los niños deben ver la autoridad en usted, muchos padres hoy en día se afanan por convertirse en amigos de sus hijos olvidando que ellos necesitan tener un padre que les corrija y no un amigo que les celebre y encubra sus fechorías.

Dios te ha puesto por cabeza de tu hogar, como guía de tus hijos, recuerda que Dios pedirá cuenta de ellos a ti como padre, cuida de ellos, exhórtales, corrígeles y amonesta con amor cuando tengas que hacerlo, quizás al momento no lo entenderán y te verán como su peor enemigo, pero cuando crezcan vivirán agradecidos con Dios y contigo.

Este es un buen momento para pensar en cómo se deterioró el ministerio de Elí debido a la TOLERENCIA, toleró el pecado, toleró mal testimonio, toleró indisciplina, toleró indiferencia, toleró de todo con tal de no fatigarse ni socavar quizás la relación que tenía con sus hijos; lo más triste y lamentable fue que se deterioró su relación con Dios, el pueblo pagó por su mal liderazgo y Dios levantó a otro que destruyera todo lo que Elí permitió por su tolerancia y pasividad.

Recuerda, de nosotros depende ser un instrumento de bendición o el motivo de perdición para otros, no cometamos los errores de Elí, dejemos a un lado la tolerancia al pecado y la pasividad, empecemos a luchar por el futuro de nuestra generación, peleemos sin descanso por instruirlos como Dios quiere que lo hagamos y veremos nuestros hogares y ministerios bendecidos.